¿Qué es el juego patológico?
El juego patológico se contempla en el Manual de Diagnóstico (DSM-IV-TR, 2002), dentro de las adicciones expuestas en los manuales clínicos como dependencias sin sustancia, como un trastorno de control de los impulsos, cuya característica principal es la dificultad para resistir el impulso a la necesidad de jugar por encima de todo.
Durante siglos, la psiquiatría no se ocupó de los problemas derivados del juego. Una de las primeras referencias se remonta a poco más de cien años, cuando Kraepelin describió la "manía del juego". Sin embargo, el auténtico reconocimiento de la ludopatía como una entidad nosológica propia apenas ha cumplido las tres décadas de existencia, ya que fue en 1980 cuando la American Psychiatric Association (APA) la introdujo bajo la denominación de "juego patológico" en su DSM-III.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó como una categoría diagnóstica en la CIE-10 (1992), dentro de los Trastornos de los hábitos y del control de los impulsos, incluidos éstos a su vez en los Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto, lo que ha supuesto el reconocimiento definitivo como enfermedad por parte de la comunidad científica.
EL LUDÓPATA ES UN ENFERMO
Nota.- El uso del género masculino en esta guía tiene la finalidad de facilitar su lectura, evitando duplicar los géneros masculino y femenino. Por ello, debe entenderse que las referencias efectuadas al género masculino incluyen, también, al género femenino.
¿Por qué seguimos jugando?
¿Qué es lo que nos impulsa a jugar?
Estas son las primeras preguntas que nos surgen cuando abordamos esta patología.
Para comenzar podemos afirmar que el juego patológico no es un vicio, concepto comúnmente extendido entre la población, sino que se trata de una enfermedad mental que crea dependencia y adicción crónica, con la subsiguiente necesidad imperante de jugar como consecuencia de la pérdida del control de los impulsos.
A partir de esta conceptualización podemos entender mejor todos los problemas que se le presentan al jugador patológico y a su entorno más inmediato. El enfermo, dada su condición dependiente, no puede dejar de jugar. La fuerza de voluntad para salir del problema es casi nula y necesita la ayuda especializada para poder superarlo.
La ludopatía no tiene una única causa desencadenante sino que es un problema multifactorial, en el que existe un entramado complejo donde diversos factores predisponentes constituyen el núcleo esencial de la enfermedad.