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Guía del juego patológico AMALAJER

¿Cuáles son las causas de la enfermedad? ¿Por qué juego?

Aunque se han realizado muchos estudios y teorías sobre las causas de la ludopatía no se ha llegado a un acuerdo común, cada línea de investigación defiende un origen diferente, pero se ha visto que existen tres grandes factores que intervienen en su origen: los factores biológicos, psicológicos y psicosociales.

Factores biológicos

El descubrimiento más importante es que los jugadores patológicos tienen un nivel más bajo de lo normal en la transmisión cerebral de serotonina. El déficit de serotonina implica impulsividad, cambios bruscos en el cambio del humor, aumento de la agresividad verbal y gestual y aumento de la apatía. Está implicada en el control de nuestra conducta, en los síntomas más evidentes del descontrol de impulsos, por lo que si nos falta, nuestra conducta será más descontrolada e impulsiva.
Este descubrimiento defiende la opinión de que el origen de la ludopatía se debe a un trastorno del control de impulsos.
La impulsividad es una tendencia a responder de forma impetuosa, aparentemente sin premeditación, que conlleva a realizar conductas aunque sus consecuencias sean negativas. Las conductas impulsivas están muy relacionadas con el alivio del malestar. La finalidad de este impulso es la de bajar la tensión que nos ha creado el enorme deseo de realizar esa conducta, porque el impulso es muy intenso.

También se ha descubierto que muchos ludópatas tienen un déficit de dopamina en su cerebro. La dopamina, al igual que la serotonina, transmite los impulsos nerviosos del cerebro, y cuando se tiene poca, la actividad aumenta y la persona se siente mal. Para sentirse mejor, la persona suele tomar determinadas sustancias o realizar determinadas conductas. Esto es lo que hace que una droga o una conducta se convierta en adictiva. Y déficit en noradrenalina, responsable de la búsqueda de sensaciones del jugador

Factores psicosociales de la enfermedad.

La manera en que aprendemos las cosas, cómo convivimos en sociedad, la influencia de las personas, de los medios de comunicación, nuestras creencias y conocimientos, etc., son factores que influyen en el desarrollo de nuestra personalidad.

Muchos jugadores tienen creencias irracionales sobre su propia incompetencia, piensan que nunca pueden superarse y que todo lo que hacen es poco. Pero creen que jugando ya tienen éxito, son reconocidos y se ganan la aprobación de los demás.

La forma en que una persona reacciona y se adapta a los acontecimientos vitales estresantes (como por ejemplo: un divorcio, la muerte de un familiar, el nacimiento de un hijo, la pérdida de un trabajo...) junto a la manera en que se ha formado su personalidad, son dos factores importantes que contribuyen a
que aparezca la ludopatía.

Factores psicológicos de la enfermedad.

Hemos visto que además de las características biológicas que originan el trastorno del control de impulsos (la escasez de serotonina), éste tiene sus repercusiones psicológicas. Lo mismo sucede con la falta de dopamina, que predispone a tener conductas adictivas. Y con la noradrenalina en la búsqueda de sensaciones.
Los estudios que defienden el juego patológico como una conducta adictiva, lo hacen porque tiene muchas características que cumple cualquier adicción. El jugador patológico sabe que su conducta no es buena, lo cual es racional, pero una fuerza desconocida (su adicción) le obliga a hacer lo contrario.

Entre las teorías psicológicas más importantes se destacan las psicoanalíticas, las teorías conductistas y las teorías cognitivas.

Los psicoanalistas fueron los primeros a la hora de explicar el origen de la ludopatía. Sostenían que el juego de azar es o una forma de auto castigo por culpas subjetivas no resueltas o un comportamiento inmaduro, infantil, como intento de prolongación o detención de las satisfacciones auto eróticas, considerando al narcisismo como uno de los rasgos de personalidad en los jugadores patológicos.

Hay escuelas psicológicas, como las conductistas que explican la ludopatía como una conducta aprendida, resultado de un proceso de refuerzo. Las máquinas tragaperras utilizan, para enganchar a los jugadores, los procesos de aprendizaje que ha descubierto la psicología. Utilizan el programa de aprendizaje llamado “razón variable”, que sirve para conseguir que una conducta perdure en el tiempo, que no desaparezca.

Al jugar, los ludópatas están respondiendo a este programa. Utilizan un elemento básico para que se dé el aprendizaje: El reforzamiento, que se puede dar en forma monetaria y de excitación en el juego. Por ejemplo, si una persona echa por primera vez una moneda de 20 céntimos y le tocan 6 euros, este premio va a provocar que siga gastándose dinero. Ellos saben que hay premio y que cuanto más jueguen más posibilidades tienen que les toque, pero no saben cuántas partidas tienen que jugar para conseguirlo, por lo que siguen probando una y otra vez. Es decir, la conducta de juego se mantiene principalmente porque el premio sólo aparece a veces. Al principio le parece gratificante debido a la aparición inesperada de los premios, pero a medida que va entrando en esta cadena de juego no siempre es gratificante, ya que a veces se siente obligado a seguir jugando sólo para recuperar las pérdidas.

Para otros autores, las diferencias individuales estarían relacionadas con la capacidad de disfrutar de la vida, así como la intensidad en experimentar la diversión. Los altos buscadores de sensaciones necesitan niveles superiores de estimulación y excitación que los bajos buscadores de sensaciones. Por lo que se supone la existencia de una relación entre el juego patológico y la búsqueda de sensaciones (relación existente por déficit de otro neurotransmisor cerebral, la noradrenalina).

Otra causa de la ludopatía son los pensamientos erróneos. Postura que defiende las teorías cognitivas. El juego por sí solo puede hacer que las personas crean, de manera ilusoria, que lo controlan. Cuando una persona empieza a jugar, tiene la ilusión de que no ha ganado por azar. Pero a medida que va enganchándose más al juego, estas creencias irracionales se convierten en automáticas. Piensa que las ganancias se deben a su habilidad y que las pérdidas son por mala suerte. Está convencido de que controla los resultados y por eso gana. Esto incita a los jugadores a seguir intentándolo.

Estudiando el juego patológico, algunos autores defienden que su origen se debe a un trastorno afectivo, ya que han comprobado que muchos jugadores patológicos a lo largo de su vida caen en depresiones (hasta un 75%) y han tenido intentos de suicidio. Sin embargo, se ha creado una polémica sobre si éstos son causa o consecuencia, es decir, si son los que originan la ludopatía o han surgido a partir de las consecuencias negativas del juego.

¿Qué síntomas aparecen?

Cuando un jugador patológico está jugando, lo único que le importa es ganar dinero para volver a jugar, se desentiende de todo lo demás. Está muy excitado, aumenta su ritmo cardiaco, respiratorio y su nivel de atención. Sus pupilas se dilatan y los músculos se tensan.

Esta situación le parece tan gratificante que sigue jugando a pesar de las consecuencias negativas que le acarrea, y cuando le toca un premio, la satisfacción que siente es una euforia inmensa. Sólo para de jugar cuando ya no tiene dinero o se queda exhausto.
Todo esto influye sobre su estado emocional haciendo que olvide sus problemas, sintiéndose seguro y confiado. Pero por otro lado también surgen problemas emocionales de ansiedad, baja autoestima, soledad, depresión y descontrol.

Es extraño encontrarse con un jugador que no fume ni beba, ya que uno de cada 4 tiene graves problemas de dependencia con el alcohol. La depresión y el alcoholismo están muy relacionados con la ludopatía, pero como ya se ha señalado, no se llega a un acuerdo sobre si son anteriores o posteriores a la ludopatía, si son causa o efecto.

Los trastornos emocionales que sufre mientras está enganchado, permanecen cuando el jugador quiere controlar o abandonar su trastorno, pero en este caso, fundamentalmente aparece el desánimo (porque piensa que no conseguirá salir) y el conocido Síndrome de Abstinencia. Éste es la consecuencia que padece un jugador patológico cuando no puede jugar, ya sea porque así se lo ha propuesto o por otros motivos.

Este síndrome se acompaña de trastornos físicos:
Cefaleas, migrañas, problemas del sueño, trastornos en la digestión, pérdida del apetito, debilidad general, sudoración excesiva, fiebre, palpitaciones, dolores musculares. Temblores, calambres, dificultades para respirar, etc.