Barcelona, EFE Una edad joven y un bajo nivel socioeconómico predicen un mayor riesgo de abandono de las terapias para superar las adicciones al juego, y un perfil de personalidad caracterizado por una alta dimensión de autotrascendencia anuncia una mayor probabilidad de recaídas.
Esta es una de la conclusiones de un estudio llevado a cabo con 440 pacientes voluntarios en la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
El estudio, dirigido por la doctora Susana Jiménez-Murcia y el asesoramiento estadístico de la doctora Roser Granero Pérez, se titula "Predictors of Outcome among Pathological Gamblers Receiving Cognitive Behavioral Group Therapy" y se ha publicado en la revista European Addiction Research.
El trabajo también ha concluido que la inclusión de la pareja o el cónyuge del paciente asumiendo el rol de coterapeuta dificultó un desarrollo adecuado de la terapia, y se asoció también a un incremento en la probabilidad de recaídas.
Según Roser Granero, "el juego patológico se caracteriza por un comportamiento disfuncional de tipo recurrente y persistente hacia el juego que provoca deterioro clínico de carácter biopsicosocial".
El estudio ha analizado la eficacia terapéutica del tratamiento de este trastorno y ha explorado las variables que pueden predecir las recaídas y los abandonos durante los dos años posteriores a la finalización de la intervención, que pueden llegar a un 50 %.
También ha estudiado la relación entre el sexo de los pacientes y el resultado del tratamiento.
Uno de los tratamientos habituales para este trastorno es la terapia cognitivo conductual, que presenta un índice de abstinencia al juego cercano al 75 % durante los dos años de seguimiento en los pacientes que se vinculan adecuadamente a la intervención, según Granero.
Precisamente, según la doctora, "uno de los problemas más comunes en la valoración de la eficacia terapéutica son los abandonos durante el tratamiento y en el posterior seguimiento que se hace de los sujetos, que puede llegar a alcanzar índices dentro del rango 30 a 50 %".
"Desafortunadamente, no existe evidencia empírica suficiente sobre cuáles son los factores de riesgo que contribuyen a que los pacientes opten por abandonar estas intervenciones o los programas de seguimiento pos-terapéutico", ha especificado en su artículo Granero, que trabaja en el Departamento de Psicobiología y Metodología de las Ciencias de la Salud.
Según la doctora, la mayoría de los estudios empíricos disponibles hasta ahora analizan muestras de pacientes de sexo masculino, ya que la mayoría de atendidos en unidades clínicas suelen ser hombres, por lo que no hay datos sobre el efecto del género en el resultado de la intervención cognitivo conductual en el trastorno por adicción al juego.
La investigación analizó en los 440 pacientes, hombres y mujeres, cuáles son los principales factores que se asocian al resultado de una terapia cognitivo conductual grupal, que consta de 16 sesiones programadas semanalmente (la duración total de la intervención fue de tres meses y medio).
En concreto, exploraron qué variables predicen con más intensidad la presencia de recaídas y los abandonos durante los siguientes dos años de seguimiento una vez finalizada la intervención, y el rol del sexo en los cambios que se producen como consecuencia del tratamiento.
Según Granero, una conclusión fundamental del estudio fue que las intervenciones cognitivo conductual grupales en que un mismo tratamiento es dirigido simultáneamente a un conjunto heterogéneo de pacientes requiere de una cuidadosa valoración previa de cada persona para evaluar y mejorar en caso necesario el grado de autocontrol y la regulación emocional.
"La incorporación de miembros de la familia debe considerarse con cautela ya que puede provocar un efecto negativo en la respuesta al tratamiento si no se gestiona adecuadamente", concluye la doctora.