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Un estudio calcula que el 0,4% de la población entre 18 y 75 años tiene un problema de ‘juego patológico’

Cuando el juego se convierte en el centro de la propia vida, afectando con ello a las relaciones familiares, personales y laborales, entonces se convierte en algo más: en una enfermedad. En España, las personas que están en riesgo de ‘juego patológico’ son entre 30.000 y 100.000, lo que supone entre un 0,1 y un 0,4 por ciento del total de la población de 18 a 75 años.

El dato se ha tomado del VI Informe ‘Percepción social sobre el juego de azar en España’, realizado por la Fundación Codere junto al Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). Este señala asimismo que el porcentaje de españoles que reconocen jugar alcanza el 80 por ciento, aunque gran parte de ellos responde a los que participan en el Gordo de Navidad, que alcanzan los 22 millones de personas.

El responsable y profesor de Sociología en la UC3M, José Antonio Gómez, ha asegurado que, a pesar de que hay un número “relativamente elevado” de personas que reconocen jugar, “no hay un problema social”. “La sociedad española no está inmersa en la ludopatía”, ha señalado, comparando esta cifra, referida únicamente al juego presencial, con otros países, quedando por debajo de aquellos con los índices más bajos como Suecia, Nueva Zelanda, Alemania o Noruega.

El estudio desmitifica también la creencia de que con la crisis aumenta el juego, pues sucede justo lo contrario, ha afirmado el presidente de Codere, José Ignacio Cases. De hecho, se resaltan casos como los de los jugadores entrevistados que tuvieron problemas en el pago de su hipoteca (2,7 por ciento) y retrasos en el pago de servicios (3,2 por ciento) y en el de sus compras (1,2 por ciento) el último año, que destinaron recursos “ínfimos” al juego.

“Los hogares con problemas económicos buscan el golpe de suerte para salir del problema con sorteos como el de la Lotería Nacional o el Euromillón, no acuden por ejemplo al bingo”, ha aseverado Cases. Así, en estos casos, el dinero destinado a este sector queda para “fechas señaladas y grandes sorteos”.

Además, frente a la idea de que el impulso del juego viene derivado de una pretensión de ‘ganar dinero’, el estudio indica que las distintas modalidades llevan implícita “una motivación propia”, como “el deseo de la fortuna” de la lotería o las motivaciones de sociabilidad del bingo. En este sentido, José Antonio Gómez ha resaltado el de la Lotería de Navidad, donde el impulso a la compra viene por lo que se ha llamado “envidia preventiva”, cuya presión social mueve incluso a los no jugadores.

Baja el juego online

Destaca este trabajo también el descenso en el juego online respecto a estudios anteriores. Así, de las 650.000 personas que declararon haber jugado en esta modalidad en 2014, se ha pasado a 240.000 que confirman estar registradas en una página. “La cifra que obteníamos otros años era muy alta y ahora sabemos que es debido a que muchas personas consultadas únicamente entraban en estas webs para curiosear y, si perdían, no regresaban”, ha asegurado Gómez.

La media del jugador online, además, ha aumentado, situándose en el último año cerca del 55 por ciento los mayores de 35 años. Entre las razones, que el paro juvenil reduce el dinero que se dedica al ocio en general y especialmente al juego, así como a una cierta “maduración” del perfil sociológico del jugador y al descenso de estos inmigrantes en los últimos años.