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Con esta propuesta una persona con adicción al juego se arruina (junto con su familia) en unas horas.

Esta iniciativa va en contra de la directiva de la unión europea para la protección contra el juego online de consumidores, usuarios y menores.

Una apuesta perdida antes de empezar a jugar. La intervención que prepara la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) para regular la actividad de las tragaperras en internet, conocidas como slots digitales, genera una reacción adversa entre los profesionales relacionados con el juego. Psicólogos, asociaciones de ludópatas, gobiernos autónomos y empresas del sector presencial han elevado sus protestas ante los planes del Ejecutivo.

Las alarmas se disparan ante la pretensión inicial de no marcar límites ni en la cantidad de la apuesta ni en la cuantía de los premios. Un reclamo que hace temer "un alud de ludópatas", según los expertos consultados. "Habrá una guerra de jackpots entre las empresas, un reclamo brutal que puede ser una auténtica pandemia", añaden. Un presagio en el que coincide Mariano Chóliz, profesor de Psicología de la Universidad de Valencia, quien sostuvo que los slots on line se convertirían "en la principal causa de la adicción al juego" en un informe sobre la legalización de esta actividad que remitió a la DGOJ, a petición de este organismo. Chóliz recuerda que las tragaperras "son el primer motivo de ludopatía para el 80% de jugadores en tratamiento".

Ese potencial nocivo se incrementa exponencialmente en el entorno digital, según Raquel Dolado, psicóloga clínica de la Asociación Barcelonesa de Ayuda y Tratamiento a Ludópatas (Abatal). Dolado recuerda la "garantía de anonimato" y la comodidad de un entorno agradable, con la "accesibilidad" de jugar a través del portátil, la tableta o el móvil. "Se podrá apostar las 24 horas, los siete días de la semana y con la privacidad que se desee", expone el vicepresidente ejecutivo de la Confederación Española de Empresarios del Juego (Cofar), Eduardo Antoja. La patronal del juego presencial muestra su preocupación por la irrupción de un competidor que "no estará sometido a las mismas reglas del juego" que las máquinas tipo B, las que se instalan en bares, salones y bingos.

Tampoco reducen las tensiones las medidas que idea el Gobierno: el aviso periódico y automático del tiempo jugado y el saldo, así como la posibilidad de limitar el gasto y duración de las partidas. "Puedes estar de alta en 25 portales e ir a otra web al superar el límite", replica Antoja. Dolado incide en las personas que ni con límites "juegan de forma responsable". "En estos perfiles es más factible una retirada por pérdidas económicas insostenibles que un aviso en pantalla", expone. Y asegura que esta regulación "no contempla" la realidad del adicto, y le deja "más desprotegido".

Tampoco la aprobación de estas advertencias en pantalla convence a las autonomías, con competencia en el sector presencial, donde no se oculta la "inquietud" que produce la libertad que se concede al operador. Un escenario que contrasta con el del juego presencial, "hiperregulado", sostienen las fuentes consultadas, para garantizar "un ocio responsable".

Por estos motivos, Chóliz juzga "imprescindible poner límites", no solo en apuestas y premios, sino también "en las pérdidas diarias y mensuales del jugador" mediante "tarjetas inteligentes", como ya trasladó en su informe a la DGOJ. Aboga por "conjugar una actividad económica con la prevención de la enfermedad" para evitar la extensión de "patrones de juego disfuncionales".