Podríamos definir la ludopatía o juego patológico como “la incapacidad crónica y progresiva de resistir los impulsos de participar en juegos de azar o apuestas, y esta actividad pone en riesgo los objetivos familiares, personales y vocacionales”. En la portada de la revista Infocop, en su número 61, aparece un monográfico referente a este trastorno. Como bien reseñan los autores, existen diferentes tipos de juegos de azar, tales como las máquinas recreativas, quinielas, bonolotos, cupones y otros que, tras la irrupción de las apuestas por internet, han provocado un aumento significativo de los problemas derivados de la misma.
La mayor parte de los profesionales consideramos el juego patológico como una conducta adictiva, equivalente a la dependencia de sustancias. Ambos trastornos comparten la incapacidad para dejar de realizar la conducta (consumo o juego) a pesar de los repetidos intentos, también la necesidad de incrementar la conducta para conseguir los mismos efectos (cada vez necesitamos apostar más y por más tiempo para conseguir el mismo “subidón”).
Si comparamos las formas de juego online (por internet) con la presencial vemos que aparecen mayores niveles de riesgo de problemas de juego patológico entre los jugadores de la primera modalidad. Parece que esto es debido a que cumple todos los requisitos para ser altamente adictivo, tal y como se recoge en el artículo, entre los que se encuentran la estimulación visual, la falsa sensación de control, la posibilidad de jugar en solitario, de jugar una apuesta de baja cuantía o la brevedad del lapso de tiempo trascurrido entre la apuesta y el resultado. Además, cumple con los criterios de accesibilidad (24 horas a su disposición y simplemente con una conexión a la Red) y por último su carácter de privacidad, se puede jugar desde el ordenador de casa sin la preocupación sobre qué pensarán las personas que nos rodean, al contrario de lo que ocurre en un bar o un casino. Esta situación se agrava si tenemos en cuenta que los jugadores online parecen tener menos conciencia del problema y ser menos propensos a pedir ayuda.
Entre las barreras que afectan a esta dificultad de reconocimiento del problema, se encuentran la aparición muy temprana (adolescencia) de esta conducta problemática y por la falta de campañas de concienciación de los efectos nocivos del juego online. El psicólogo Mariano Chóliz, profesor de la Universidad de Valencia, hace una propuesta de juego responsable, indicando algunas recomendaciones para la población con problemas de juego: Ponerse un límite de tiempo y de dinero que jugar y no superarlo. Estar dispuesto a perder dinero, pues se trata de una actividad de ocio, no de un negocio. No jugar para superar estados de ánimo (por ejemplo de tristeza). No beber alcohol mientras se juega. No jugar para recuperar pérdidas. El tratamiento, para ser efectivo, ha de combinar ayuda psicológica profesional, apoyo del entorno familiar y, en nuestro criterio, añadimos no solo el acudir a los grupos de ayuda mutua en los que se comparten experiencias personales entre los miembros, sino que en determinados casos va a ser necesaria ayuda farmacológica, siempre asociada con algún tipo de psicoterapia. Algunos procedimientos de abordaje psicológico pueden ser exposición con prevención de respuesta, entrenamiento en resolución de problemas, técnicas de afrontamiento, reestructuración cognitiva, con posibles combinaciones entre ellas.