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La ludopatía afecta hoy día a ambos sexos por igual

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La igualdad entre mujeres y hombres ha hecho que la adicción al juego ya no sea una cuestión meramente masculino. Algunos estudios sugieren que el 30% de los ludópatas son mujeres, y que esta cifra sigue creciendo. ¿Las causas? Los expertos creen que el mayor acceso a las nuevas tecnologías es responsable de esta situación que cada vez más altera la vida diaria de los afectados.

La adicción al juego, explica Francisco Ferre, psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, «es un trastorno crónico incapacitante que tiene importantes consecuencias negativas para las personas que lo padecen, pero también para su entorno». En este sentido, la creciente oferta de juego a través de Internet y la presencia incontrolada de máquinas tragaperras, bingos y casinos ha incrementado los casos de ludopatía. Así, se calcula que entre el 2% y el 3% de la población adulta española tiene problemas con el juego, (más de un millón de personas) un trastorno que puede afectar a hombres y mujeres, aunque suelen tener un perfil de adicción distinto. «Hoy, las mujeres constituyen el 30% del total de ludópatas, pero sin embargo solo el 10%-15% acuden a centros de tratamiento en busca de ayuda», señala el doctor Enrique Echeburúa, de la Universidad del País Vasco.

Según este experto, la mujer afectada por el trastorno de juego es más reacia a reconocer su problema y se enfrenta a una doble moral social ya que «al hombre se le tolera el juego excesivo, pero a la mujer en cambio se le tilda de viciosa, lo que conlleva una ocultación del problema más tenaz y una mayor resistencia a la búsqueda de ayuda».

Al hombre se le tolera el juego excesivo, pero a la mujer en cambio se le tilda de viciosa

El juego patológico, explica Ferre, es una alteración grave que impacta en el paciente y en su entorno y es que, esta adicción suele ir acompañada de otros problemas psiquiátricos como el consumo de alcohol y drogas en hombres, y la depresión en las mujeres. «El juego interfiere en sus horas de sueño o reduce los contactos con las familias, etc.».

En este contexto, los expertos insisten en la necesidad de considerar la existencia de una patología dual, esto es, la presencia simultánea de una adicción y otro trastorno mental. «El sufrimiento causado por las pérdidas económicas y la inseguridad de ser descubierta generan un estado de inestabilidad emocional. Además, los autoengaños deterioran la autoestima de la mujer ludópata facilitando la aparición de un estado de ánimo deprimido» aclara Echeburúa.

Entorno familiar

En el ámbito familiar es llamativo señalar la intransigencia que se produce cuando la ludopatía entra en una casa, ya que la reacción de la pareja masculina es mucho más intransigente que cuando es él quien tiene problemas con el juego y, como consecuencia se ha evidenciado que existe violencia de pareja en un 70% de las mujeres afectadas, especialmente en aquellas que están en baja prolongada y/o jubiladas. «Este dato multiplica por seis la tasa de violencia de género registrada en la población normal que se sitúa en el 11%», señala Echeburúa.

Ambos sexos presentan patrones y perfiles diferenciales de comportamiento ante el juego patológico que se manifiesta tanto en los tipos de juego elegidos para la adicción, la motivación, los factores psicopatológicos y el impacto en la vida cotidiana. Así, el perfil de la ludópata corresponde a una mujer de entre 46 y 65 años y adicta al bingo que recurre al juego para hacer frente a problemas personales como el estrés, la soledad o la evasión de los problemas.

Las mujeres tardan más en empezar a jugar, pero se ‘enganchan’ al juego antes

En líneas generales, «las mujeres se inician más tardíamente en el juego, pero desarrollan problemas más rápidamente y la progresión hacia el trastorno es más rápida. Es decir, las mujeres tardan más en empezar a jugar, pero se ‘enganchan’ al juego antes», resume Echeburúa.

Lo que sí que parece claro es que a medida que se desarrollan las Tecnologías de la Información y Comunicación y conforme se incentiva su consumo y aumenta su disponibilidad, algunas personas llegan a desarrollar problemas con una sintomatología similar a la de los trastornos adictivos. Muchas personas, señala Ferre, «están permanentemente pendientes de su teléfono o de su tableta y no pueden separarse de ella. Y, aunque no son realmente adictos, es una conducta peligrosa», concluye Ferre.