La cantidad de población afectada supera con creces el necesario para que la ludopatía se considere una epidemia social.
El problema es la visibilidad de esta enfermedad. Es muy difícil descubrir al que la padece ya que todos la ocultan con mentiras y no tiene signos externos.
Acudían a la Casa de Campo, al «rincón de las bingueras», como se apodó a la zona en la que algunas mujeres se prostituían para recuperar el dinero que se habían dejado intentando cantar aunque fuera una línea, sin éxito. Así lo explican algunos expertos consultados por este semanario. El juego, percibido como algo aparentemente inofensivo y relacionado con el ocio, puede acabar con la vida de una familia entera.
La ludopatía es la jugada más voraz. Y la construcción de Eurovegas en la capital, no hace sino despertar cierto recelo entre los sectores que mejor conocen esta enfermedad. Desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar), Juan Lamas argumenta la gravedad del proyecto. «Buscan beneficios pero no se fijan en la regulación. Según el dueño, habría que cambiar leyes, no habría un control de entrada y cada vez son más los jóvenes que caen, y España es el tercero en oferta de juego en el mundo, por detrás sólo de Estados Unidos y Filipinas», añade.
De hecho, según el último informe de la Dirección General de Ordenación
del Juego, del Ministerio del Interior, este mercado representó en 2011
un 0,9 por ciento del PIB en términos de ingresos de operadores de
juego, un 1,3 por ciento de la renta española y el 1,5 por ciento del
consumo privado.
Perfiles
La ludopatía es «una adicción comportamental en la que el afectado
repite un patrón de conducta nocivo que no puede controlar»
explica Enrique Baca, jefe del Servicio de Psiquiatría de Capio
Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Y es difícil estimar la incidencia en cifras ya que «se han hecho
estudios en poblaciones parciales. Lo que sí se ha estimado es que un
uno por ciento de la población tiene problemas con el juego, lo que
llamamos, ser jugador problema, y los ludópatas representarían un 0,5
por ciento», explica Jerónimo Sáiz, jefe del Servicio de Psiquiatría
del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y presidente de la Sociedad
Española de Psiquiatría. Por su parte, Jesús Pascual, responsable de la
Unidad de Desintoxicación del Hospital Universitario Gregorio Marañón
añade que «Las cifras pueden ser engañosas, porque no todos los
afectados pasan por manos de profesionales. En cuanto al sexo, los
hombres representan entre el 70 y el 80 por ciento. Y el casino es el
lugar más concurrido por ellos, mientras que el bingo es al que más
acuden las mujeres, porque es algo que realizan en grupo y parece que
lo ven como menos peligroso al ir con sus amigas». Sáiz aclara que
también existe un pico en la tercera edad.
No obstante, estos perfiles han cambiado con la llegada de las nuevas
tecnologías.
Si las personas que hace 15 años iban a las asociaciones «eran más
varones de 35 o 40 años que frecuentaban los casinos y que llevaban más
de diez años jugando –dice Lamas–, ahora son jóvenes de entre 18 y 25
años que juegan por internet desde hace un año». Porque los juegos
on-line apuntan un crecimiento que hay que vigilar (según el informe
del Ordenación del Juego, el año pasado el mercado alcanzó los 300
millones de euros en ingresos netos).
Desde la red escapan con mayor facilidad a los controles. «El control
teórico que se ejerce en las páginas web se puede rebasar fácilmente»,
apunta Saíz. Por lo que son una vía de introducción al juego para los
menores. «Se ha visto que cuanto más joven es el sujeto con
experiencias en juegos de azar, más probable es que se produzca la
adicción, aunque no son factores determinantes sino tan sólo
facilitadores», explica Almudena Sánchez Mazarro, de ASM Psicología (www.asmpsicologia.com).
Entre los datos, destacan los del último estudio elaborado por
científicos del Instituto de Política y Gobernanza (IPOLGOB) de la
Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) sobre la percepción social de
los juegos de azar. De éste se desprende que sólo un ocho por ciento de
los residentes en España (entre 18 y 75 años) declara no haber jugado
nunca y un 1,7 por ciento no jugar desde hace más de cinco años.
¿Cómo son?
Aunque no existe una personalidad premórbida, es decir, no sabemos qué
persona va a desarrollarlo, sí hay factores personales, psicológicos y
ambientales que predisponen en cierta manera. Y pueden ser un cóctel
que les lleva al peor de los desenlaces. «La ludopatía es una causa de
riesgo suicida. He visto a ludópatas que han muerto por suicidio o que
lo han intentado».
Por su parte, Sánchez Mazarro aclara que «es más probable que las
adicciones aparezcan en quienes tienen déficit en habilidades de
autocontrol y afrontamiento del estrés, baja tolerancia a la
frustración y a las emociones negativas e impulsividad».
En cuanto a los factores psicológicos, «puede que, el individuo, por su
historia de aprendizaje, lo vea normal si en su familia lo ha vivido
desde pequeño. También es más factible que se dé en familias rotas».
Algo curioso que señala Pascual es el factor de los antecedentes
familiares. «Una persona alcohólica puede tener descendencia que
desarrolle ludopatía». Y es que, según el experto, hay una estrecha
relación entre el juego y el alcohol.
Por último, en lo que se refiere a los factores ambientales, «existe una presión social. En España hay gran oferta y demanda. Son más frecuentes los ambientes de juego y hay muchos estímulos externos», continúa Pascual. Sin embargo, ni los estímulos más potentes han superado la barrera de la crisis económica. Ésta es la única que, aparentemente, ha podido poner cierto freno, si no a la adicción, al menos sí a los ingresos que los afectados invierten en las máquinas. Así se desprende del trabajo de la Universidad Carlos III. Porque, aunque entre 2009 y 2011, según los investigadores, ha aumentado el número de personas que juega (en 2011 afirmaron jugar habitualmente a algún juego el 63,8 por ciento, mientras que dos años antes sólo lo hacía un 49,4 por ciento), éstos lo hacen con cantidades más pequeñas. Y si en 2010 el juego on-line movió 671 millones de euros, el año pasado la cifra descendió a los 649 millones.
Terapia
A la hora tratamiento, la asistencia en nuestro país ha tendido a seguir dos líneas: «una procedente de organizaciones de ex-alcohólicos, que se basa en un modelo de ayuda grupal de acuerdo con la experiencia de los sujetos en el problema, y otra línea cognitivo-conductual de manos de un profesional de la psicología, tanto para el sujeto como para los familiares y entorno», explica Sánchez Mazarro.
Pascual añade que «se trata de destruir cogniciones arraigadas como ‘‘yo tengo mucha suerte'' o ‘‘hay que arriesgar, porque acabaré ganando''. Después se modifican los hábitos como no llevar dinero o no pasar por sitios de riesgo». Mazarro concluye que «la siguiente fase es entrenar a la persona a autocontrolar el impulso a jugar, y la última es de prevención de recaídas»