
Manolo Anaya cruza cada tarde la puerta de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer) con una sonrisa. La cruzó por primera vez como usuario. Llegó cabizbajo y obligado, tras un ultimátum de su mujer. Todo se acabaría para siempre si en menos de una semana no acudía a la asociación que ella misma le buscó para sacarlo del pozo. Aceptó a regañadientes. Ocho años más tarde, Amalajer le ha devuelto a la vida y ahora cruza su puerta de entrada, además de feliz y orgulloso, como voluntario para guiar a los que están pasando por la misma enfermedad que él: la ludopatía.
Es taxista de profesión y tiene 64 años. Hace unos quince comenzó a engancharse a las máquinas de juego que había en el bar. Concretamente a las tragaperras. No podía salir de casa sin monedas, pero lo que empeoraba su adicción era su trabajo: pasaba mucho tiempo solo, de noche, en Málaga y con mucho dinero suelto. "No solía frecuentar salones. Yo jugaba en bares, lo que a veces, aunque parezca curioso, me frenaba, porque no jugaba si veía a alguien conocido en el bar", relata.
Cristalino. El programa 120 minutos de Telemadrid, presentado por María Rey, trató la problemática de las casas de apuestas, que afecta especialmente a los barrios más humildes de las grandes capitales, según recoge el autor original de este artículo Pablo Machuca en huffingtonpost y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.
Especialmente a los jóvenes, motivo por el que entrevistaron a Adán, un chaval de 20 años de Carabanchel, que desarrolló un discurso muy elaborado sobre la causa de este tipo de asuntos.
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