Con 18 años engañaba a sus padres y buscaba monedas por la calle para apostar hasta en partidos de "badmington tailandés", pero "la suerte" le salvó. Ahora, con 26, da charlas en clubes de fútbol y cree que "al 99,9%" que no va a recaer: "Eres un enfermo de por vida".
fuente elmundo.es: https://www.elmundo.es/papel/2023/11/22/655e3d8cfc6c8379098b45d7.html
El último fin de semana de enero de 2017 a Unai Garma, de 19 años, le tocó el gordo: sus padres se iban dos noches a la casa familiar en Gibaja (Cantabria) y le dejaban solo. Unai evoca con una interjección lo que sintió cuando se lo dijeron: «¡Fuaaa!». Sin padres encima, tenía vía para lo que realmente ocupaba su tiempo desde hacía meses: pasarse el finde atrincherado en el salón de juegos Concha, junto a la calle Diputación, en el Bilbao más aristocrático. Y apostarse allí «lo que no tenía».
Así que rebañó todos los rincones de la casa buscando euros, billetes, lo que fuera. Encontró bastante: su madre, Gotzone, había tenido la precaución de dejar unas monedas-cebo sueltas aquí y allá.
También desvalijó, como cada semana, la hucha que sus padres, su hermana y él iban llenando cada día: «La poníamos en septiembre y la abríamos en abril para las vacaciones». Con unas pinzas y un poco de destreza, arrampló con lo que pudo y se encaminó al salón el sábado.
Manolo Anaya cruza cada tarde la puerta de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer) con una sonrisa. La cruzó por primera vez como usuario. Llegó cabizbajo y obligado, tras un ultimátum de su mujer. Todo se acabaría para siempre si en menos de una semana no acudía a la asociación que ella misma le buscó para sacarlo del pozo. Aceptó a regañadientes. Ocho años más tarde, Amalajer le ha devuelto a la vida y ahora cruza su puerta de entrada, además de feliz y orgulloso, como voluntario para guiar a los que están pasando por la misma enfermedad que él: la ludopatía.
Es taxista de profesión y tiene 64 años. Hace unos quince comenzó a engancharse a las máquinas de juego que había en el bar. Concretamente a las tragaperras. No podía salir de casa sin monedas, pero lo que empeoraba su adicción era su trabajo: pasaba mucho tiempo solo, de noche, en Málaga y con mucho dinero suelto. "No solía frecuentar salones. Yo jugaba en bares, lo que a veces, aunque parezca curioso, me frenaba, porque no jugaba si veía a alguien conocido en el bar", relata.
Cristalino. El programa 120 minutos de Telemadrid, presentado por María Rey, trató la problemática de las casas de apuestas, que afecta especialmente a los barrios más humildes de las grandes capitales, según recoge el autor original de este artículo Pablo Machuca en huffingtonpost y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.
Especialmente a los jóvenes, motivo por el que entrevistaron a Adán, un chaval de 20 años de Carabanchel, que desarrolló un discurso muy elaborado sobre la causa de este tipo de asuntos.
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