Un dos por ciento de los andaluces sufre ludopatía. Alejandro tiene sólo 22 años y lleva un año en tratamiento. Desde los 16 jugando, calcula que se ha llegado a gastar 150 mil euros en la ruleta o apuestas deportivas. Llegó a deber 30 mil euros a prestamistas. Pero la mayor pérdida, no es la económica.
Según datos de 2019 en Andalucía hay casi 3.500 terminales de apuestas deportivas, el 25% de ellas en Málaga. Atraen especialmente a jóvenes. El juego se ha convertido en una moda
La estrategia empresarial lleva a las casas de apuestas no sólo a recurrir a famosos para su publicidad, sino también a ubicarse a escasos metros de residencias universitarias o institutos, por ejemplo.
Colores llamativos, carteles publicitarios y la invitación a ganar dinero fácil han hecho que en estos momentos sólo en Málaga haya cuatrocientas personas tratándose de ludopatía en la asociación AMALAJER.
Un dos por ciento de los andaluces sufre ludopatía. Alejandro tiene sólo 22 años y lleva un año en tratamiento. Desde los 16 jugando, calcula que se ha llegado a gastar 150 mil euros en la ruleta o apuestas deportivas. Llegó a deber 30 mil euros a prestamistas. Pero la mayor pérdida, no es la económica.
Según datos de 2019 en Andalucía hay casi 3.500 terminales de apuestas deportivas, el 25% de ellas en Málaga. Atraen especialmente a jóvenes. El juego se ha convertido en una moda
La estrategia empresarial lleva a las casas de apuestas no sólo a recurrir a famosos para su publicidad, sino también a ubicarse a escasos metros de residencias universitarias o institutos, por ejemplo.
Colores llamativos, carteles publicitarios y la invitación a ganar dinero fácil han hecho que en estos momentos sólo en Málaga haya cuatrocientas personas tratándose de ludopatía en la asociación AMALAJER.
Entrevista en Canal Sur Andalucía
Un exjugador semiprofesional relata su declive y posterior recuperación como adicto
Los videojuegos no son algo nocivo hasta que se descontrola su uso. He sido adicto al League of Legends (LOL), donde llegué a ser muy bueno: jugaba en equipos, en torneos donde ganaba 600 euros y subía partidas a YouTube. Pero empecé a dedicarle cada vez más tiempo y llegó un momento en el que mis días se traducían en 14 horas de juego. No comía, o lo hacía mientras jugaba. No me duchaba asiduamente y descuidé mi forma física, llegando a engordar 25 kilos por la mala dieta que llevaba. Siempre he tenido facilidad para los estudios, pero comencé a utilizar los videojuegos como moneda de cambio con mis padres: «Si me dejáis jugar, apruebo». Los manipulaba y ellos cedían. Pero cuando me mudé a un piso compartido para ir a la universidad a estudiar Ingeniería de software, todo cambió.
Lee más: Llegué a jugar 48 horas seguidas al League of Legends