El juego patológico constituye un auténtico problema sociosanitario que ha adquirido una envergadura más que notable debido, sobre todo, a las nuevas posibilidades que aportan las tecnologías y también al “efecto llamada” que genera la publicidad. La tercera pieza clave es la “facilidad” con la que, en palabras del presidente de la Asociación de Jugadores de Azar en Rehabilitación, cuentan los jóvenes para acceder a créditos rápidos de 3.000 ó 6.000 euros para asumir las “deudas espantosas” que les supuso, en su origen, acertar un pleno en la ruleta. “Hay chavales que han conseguido entre 70 y 80 créditos de plataformas que ni sabíamos que existían. Los intereses suelen ser abusivos, ya que el jugador lo que quiere es la inmediatez del dinero y no le importa lo que le exijan. Solo piensa en jugar”, detalla.
La situación se agrava cuando las familias no son suficientemente conscientes de la adicción que envuelve a sus hijos. Amalajer detecta cómo las parejas se implican en las terapias más que los padres. “Estos piensan que sus hijos son jóvenes y que tienen que hacer determinadas cosas. No atienden las normas que exige el tratamiento”, subraya el responsable de la asociación.
La rehabilitación de los jugadores, que suele prolongarse unos dos años, no resulta sencilla. El 93% de los ludópatas que renuncian al tratamiento acaban volviendo meses después con “los mismos problemas y deudas nuevas”. “Hay padres que sí sacan a sus chicos adelante. El problema está en aquellos que piensan que su hijo no va a jugar más y que solo ha sido un tropiezo. Ojalá fuera así, pero vemos que la realidad es otra”, destaca el presidente de Amalajer.
Amalajer denuncia que salones de juego “miran a otro lado” y reclama más inspecciones
Hay usuarios de 18 ó 20 años que acuden a la asociación sabedores de que tiene un problema. Lo hacen “totalmente convencidos” de que van a rehabilitarse. Otros tratan de engañarse a sí mismos y piensan que “si no tuvieran deudas jugarían de una forma más controlada”. “Esto no es así. Ocurre que cada vez “necesitan más dinero y más tiempo para el juego. Eso forma parte de la enfermedad. Así son las adicciones”, resalta Francisco Abad.
La ludopatía más frecuente es la de las adicciones a los juegos de azar del casino, seguida de la apuestas deportivas en directo y en diferido. “Todos los salones de juego tienen ruletas electrónicas. No podemos olvidar las máquinas tragaperras, a la que suelen jugar aquellos de entre 30 y 35 años en bares y cafeterías”, precisa, al tiempo que denuncia la permisividad de estos locales y reclama más inspecciones. “Miran a otro lado. Menores que tienen prohibido acceder nos cuentan que se les permite jugar. Las multas tendrían que ser ejemplares y no se debería permitir que volvieran a abrir”, sostiene.