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Mario acumula unos 80.000 euros de deuda con entidades financieras, pero también con familiares y amigos. Ahora, tiene la nómina embargada y va contando los días para librarse de esta pesada losa

 

Con la nómina embargada hasta finales de 2025. Para entonces, tendrá liberado el 60% de su sueldo. Es la consecuencia de la adicción al juego de Mario, un joven de 26 años de Jerez que en realidad no se llama así, pero que prefiere no identificarse con su nombre verdadero. Por el “estigma”, dice, y porque no se le cierren puertas laborales en un futuro. 

A diferentes familiares, amigos y entidades de microcréditos debe un total de 80.000 euros, que va devolviendo poco a poco, como puede. De su nómina solo ve 100 euros mensuales. El resto va a pagar deudas, generadas desde hace ocho años, cuando comenzó su adicción al juego, concretamente a la ruleta. 

Con 18 años, un grupo de amigos lo animó a acudir a un salón de juegos, donde entró con dos euros y salió con catorce. La jugada se repitió alguna que otra vez. Entonces, no trabajaba, pero dedicaba el poco dinero que caía en sus manos a la ruleta y a otros juegos. En cuanto tuvo un sueldo fijo, las cantidades apostadas se fueron incrementando. 

Con 18 años, fue a un salón de juegos con amigos. Entró con dos euros y salió con catorce. Ahí empezaron sus problemas

El espejismo inicial pronto se disipó. Ganaba, pero perdía más. Y llegaron los primeros microcréditos. Si solicitaba 300 euros, con intereses le pedían unos 600. La bola se fue haciendo más grande y los problemas, también. No solo para él, también para familiares y amigos que lo están ayudando. 

El enorme peso de las deudas no deja dormir a Mario, que confiesa que la noche antes de la entrevista con lavozdelsur.es no pegó ojo hasta las cuatro de la mañana, dándole vueltas al dinero que debe, sobre todo su padre —más de 40.000 euros— y una amiga —unos 15.000—, pero también a su abuela, en menor medida, y a entidades financieras. 

A sus 26 años, calcula que no será hasta que ronde la treintena cuando se libere de esta pesada losa. Para entonces, habrá “tirado por tierra” once años de su vida. Lo que más lamenta es “el daño que estoy haciendo a mi familia”, a la que convenció para que pidiera préstamos a su nombre, porque él ya no podía hacerlo con el suyo, por la morosidad que acumulaba.

Mario lleva en secreto su adicción al juego. En su trabajo nadie lo sabe. Ni siquiera su pareja, con la que lleva unos meses. De hecho, tiene miedo a contárselo por lo que pudiera suceder. Después de unos años de adicción, reconoce que tiene “una enfermedad”. "Estoy deseando jugar porque esto es una puta enfermedad, la verdad”. Pero se contiene para no engordar más su deuda. 

El día que más ganancias tuvo no está muy lejos. Hace unos meses, jugando a la ruleta online con el móvil, mientras su padre veía el fútbol en el salón de su casa, llegó a acumular 70.000 euros en poco tiempo. De ese dinero, destinó 30.000 a pagar deudas y se quedó con 40.000, que perdió poco después. 

Al día —el rato mejor dicho, porque fue en apenas media hora— que perdió 40.000 euros lo define como “fatídico”. Fue por un fallo de cálculo, porque tenía que acudir a una tutoría, a la que llegó con antelación. En ese periodo de espera se fundió el dinero que le quedaba. Y todavía se lamenta, porque podría haberle aliviado bastante. “Pero se me fue la puta cabeza”, señala. 

Con esa cuantía, pensaba pagar el coche que se había comprado poco antes, que había embargado en varias ocasiones para seguir jugando, y saldar parte de la trampa que mantiene. En media hora se esfumaron todos sus planes. En un documento que guarda en su teléfono móvil va tachando los días que le faltan para ser libre de deuda. Al menos, la financiera. El contador está por encima de 900 días.

Mario se considera una “persona responsable”. Hace poco ha terminado estudios universitarios, sin faltar a su trabajo, todo ello a pesar de la carga que lleva a sus espaldas. “La situación ya provoca problemas familiares, porque no solo me afecta a mí, sino a mi gente más cercana”, señala. 

Desde pequeño, cuenta, se jugaba cosas pequeñas con sus amigos. “Siempre me ha gustado ganar, era muy competitivo”, confiesa. Por eso, cuando probó la ruleta, quiso ganar cada vez más. “Solo quería tener mucho dinero, pero nunca supe decir hasta aquí. Siempre quería más y más”, agrega Mario.

"Solo quería tener mucho dinero, pero nunca supe decir hasta aquí"

Ahora, también está intentando acogerse a la Ley de segunda oportunidad, para que se le perdone la deuda, o al menos una parte, y pueda empezar su vida de cero cuanto antes. “Mis padres han llorado en casa, yo he llorado… han sido muchos problemas”, relata. Hasta ha llegado a trabajar en el extranjero durante unos meses para aumentar sus ingresos e ir aliviando deuda.

En sus momentos más bajos, tras llevar muchos años agobiado por la presión de unas deudas que no le dejan dormir, Mario confiesa que hasta ha llegado a pensar en quitarse la vida. De momento, no ha recibido ayuda profesional. “Me lo como todo yo solo”, asegura, aunque no descarta acudir a un psicólogo más adelante. 

Raquel Castro, psicóloga experta en adicción al juego y miembro de la Federación Andaluza de Asociaciones de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Fajer), confirma a lavozdelsur.es que en la sociedad “no hay un conocimiento real de las consecuencias de esta adicción, porque no es visible”.

Fajer aglutina a diez asociaciones que tienen presencia en todas las provincias andaluzas, desde las que ayudan a adictos al juego y a sus familiares. “Cuando una persona llega al punto de pedir ayuda, es porque ya tiene una conciencia real del problema, porque está en riesgo su vida personal o su trabajo”, comenta Castro.

Por su experiencia, la psicóloga de Fajer confirma que en los últimos años ha habido "un aumento en el número de jugadores problemáticos —los que suman pérdidas de 600 euros o más en tres semanas, según la defición del último decreto aprobado por Consumo—. La industria ve un filón y adapta su tecnología para generar la necesidad de jugar, sacando al mercado productos con un potencial adictivo cada vez mayor".

Así, incide Castro, cada vez hay más adictos que "juegan más y de manera mas impulsiva". Pero, con ayuda, es posible controlar la adicción. "Es una enfermedad crónica, pero se puede vivir con la enfermedad parada en su totalidad", comenta. Fajer, por ejemplo, ofrece terapias de grupo para personas adictas y sus familias, ya que el problema siempre arrastra al entorno más cercano. 

Los ludópatas, cada vez más jóvenes 

En España, las personas que apuestan en juegos de azar cada vez son de menor edad. En los últimos diez años, la media ha pasado de 55 años a los 26 o 27 años actuales, en gran medida por la popularización de las aplicaciones móviles que permiten jugar en cualquier parte.

Los nuevos jugadores en línea menores de 25 años aumentaron del 28% en 2016 al 48% en 2021, según datos del Ministerio de Consumo, que hace unos meses presentó la campaña #Pero, para "advertir de que los peros pueden ser el inicio del proceso por el que una persona acaba teniendo conductas patológicas en torno al juego", en palabras del ministro Alberto Garzón.

De hecho, el 27% de los jóvenes de entre 14 y 19 años juegan habitualmente a juegos en línea y la mitad de ellos han apostado alguna vez. Tres de cada diez atendidos empiezan a jugar cuando aún no tienen cumplidos 18 años. El informe Que no jueguen contigo, encargado por Podemos, señala que España tiene una de las tasas de ludopatía entre menores de 20 años más altas de Europa.

En base a este documento, se apunta que el 25% de los jóvenes ha consumido juego y uno de cada cuatro finalmente desarrolla una ludopatía. Hay datos muy preocupantes: el 62,1% de los estudiantes de Bachillerato menores de 18 años juegan habitualmente, el 22,6% son jugadores problemáticos y el 2,8% son ludópatas.

Un estudio del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, publicado en 2022, constata que durante el año previo a su realización, más del 20% de los estudiantes de 14 a 18 años jugaron con dinero de manera virtual o presencial, a pesar de no estar permitido para menores. 

Un 33% de los jugadores que apuestan en línea y un 6,8% de los presenciales presentaron problemas de juego. La ludopatía afecta ya al 1,6% de la población española de entre 15 y 64 años, un trastorno que tradicionalmente puede asociarse a, sobre todo, hombres de cierta edad enganchados a las máquinas tragaperras, pero que cada vez crece más entre la juventud. 

La Federación Andaluza de Asociaciones de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Fajer), que tiene asociaciones presentes en todas las provincias andaluzas, atiende a personas adictas y a sus familiares a través del teléfono 627 000 780.