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autoría: Laura Cuesta Cano

Es 15 de julio, más de 39 grados en prácticamente toda la geografía española y en la tele nos asalta, de repente, el ya más que clásico anuncio: la campaña de verano de la Lotería de Navidad.

Y así, con el spot de 'los todólogos' y su mensaje de '¿Y si cae en tu lugar de vacaciones?', pues ya tenemos a la suegra, el cuñado, tu compañero de mus y hasta el amigo del curro, trayéndote ese 'decimito' de su lugar de veraneo.

Y claro, ya sabemos lo que significa esto, ¿no?, que como los españoles somos tan, tan cumplidores, pues nos toca comprar y regalar a todos ellos 'otros decimitos' de los que van a tocar sí o sí. Do ut des. (Recordemos, por si acaso las matemáticas no es lo nuestro, que la probabilidad de ganar el Gordo es de un 0,001 %, es decir, casi nula). 

Pero esto, por desgracia para muchas familias, no queda aquí, y a esos primeros décimos comprados en época estival se irán sumando otros y otros, con excusas varias, hasta el día 21 de diciembre, llegando, muchas veces, a desestabilizar la economía personal y familiar.

Porque sí, la Lotería es un juego de azar y, como tal, genera adicción por muy normalizada que esté en nuestra sociedad (según el Estudio EDADES 2020, el 63,3% de la población de 15 a 64 años jugó con dinero, mayoritariamente, a través de juegos de lotería convencional e instantánea). 

El juego de azar como interés público en España

Sabemos que las loterías, como la de Navidad, son potencialmente menos adictivas que otros tipos de juegos, como las tragaperras o los casinos, ya que su compra no es tan continua ni inmediata. Pero el juego no es inocuo, y el hecho de tener a cientos de personas, normalmente varones de edad media, que han llegado a endeudarse y arruinarse por culpa de su adicción, hace que no podamos minimizar sus riesgos.

Y, por supuesto, debemos hablar de la doble vara de medir con respecto al juego público y semipúblico y el privado, haciendo casi intocables a los más de cincuenta productos que gestionan y comercializan tanto Loterías y Apuestas del Estado como ONCE, las dos únicas entidades con licencia estatal (ahora con el Ministerio de Consumo, y en la Ley 13/2011, el Ministerio de Economía y Hacienda) para la explotación de juegos de loterías.

Las asociaciones y patronales del juego privado, en sus quejas, no solo aluden a la extensísima red de puntos de venta que tienen las dos entidades (oficinas de correos, gasolineras, supermercados, bares, kioscos, etc.) sino a los beneficios en cuanto a temas de promoción y publicidad por ser “de interés público”.

Los operadores, a partir de la entrada en vigor del 'Real Decreto de comunicaciones comerciales de las actividades del juego' en noviembre de 2020, solo pueden publicitar sus productos en televisión y radio en la franja de una a cinco de la madrugada, pero en internet, deberán hacerlo en sus propias webs, promociones en buscadores y redes sociales, y siempre garantizando el no acceso de menores mediante herramientas de bloqueo y la segmentación.

¿Y las loterías? Pues como podemos leer en el BOE tienen un 'régimen específico': tienen que cumplir en cuanto a los diseños de mensaje y protección de los menores, pero no tienen limitación horaria alguna, pueden anunciarse a cualquier hora. Es decir, el Estado, que es el que regula, diferencia a su propio juego, lo cual parece que no tiene mucha justificación… Al menos en términos de prevención del juego patológico.

Y hay algo en la publicidad, ya sea en entornos físicos o digitales, que parece que está traspasando una de las premisas del Artículo 10 (Principio de juego seguro) del Real Decreto: el de inducir al error sobre la posibilidad de resultar premiado.

Pero ¿qué es eso del juego seguro o juego responsable?

Lo de seguridad queda claro, un juego que garantice que no hay trampas ni estafas, y que hay seguridad en relación con los depósitos, pagos y cobros. Eso sí, la parte de la comprobación de identidad y edad para impedir el acceso a menores no la tienen aún demasiado “garantizada”. 

Pero en cuanto a la responsabilidad hay mucho que decir. Hasta ahora, se ha puesto el foco en el “jugador responsable”, que según lo quieren definir las propias operadoras, es aquel que juega para divertirse y entretenerse, no para ganar dinero. Pero claro, ya sabemos que todas las personas que juegan a las tragaperras van al casino o apuestan online, no quieren ganar dinero, tan solo se lo pasan “pipa”, lo mismo que jugando al Scrabble.

Por tanto, el 'Juego Responsable' no es la manera de abordar el problema del juego de azar, ya que delega toda la responsabilidad (y consecuencias) en el usuario final (jugador) y su autocontrol. Sería como hablar de las maravillas del “Roneo Responsable”, de la ya archifamosa tensión sexual no resuelta entre la tertuliana Alba Carrillo y el exguardia Civil…

Juan Francisco Navas, profesor y Dr. en psicología clínica y experto en adicciones comportamentales, es un defensor del trabajo enmarcado como paradigma de salud pública y reducción de daños, especialmente enfocado a la población más vulnerable. Y la manera de hacerlo es desde la prevención, primero regulando cómo se diseñan los juegos de azar y, segundo y más importante, cómo se promocionan.

¿Por qué cada día se juega más a estos juegos? Navas lo tiene claro: por la mayor accesibilidad y disponibilidad, y por la promoción tan bestial que tienen. De todo el público que juega, potencialmente entre un 5% y un 20% desarrollará una adicción, una cifra realmente preocupante, sabiendo las consecuencias fatales del juego patológico no solo en la vida profesional, familiar y social de la persona, sino de todo su círculo de alrededor.

Pero si nos parece que la Lotería de Navidad, el Eurojackpot, el Cupón Extra de Navidad, El Niño, el Euromillones o La Quiniela pueden ser adictivas, agarraos bien porque ahora viene lo bueno.

Más del 40,7% de los menores de entre 14 y 18 años ha comprado 'rascas' de forma presencial, según el informe de Adicciones Comportamentales 2021 del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, y eso sabiendo que es una actividad ilegal para menores de dieciocho años. ¿Cómo es posible? Quizá porque los que tienen que controlarlo no lo hacen… quizá…

¿Y por qué los rascas son muy problemáticos? Los rascas se asemejan totalmente a las slots o tragaperras, ya que tienen una de las características más peligrosas del juego de azar: la inmediatez. No tienes que esperar días (o meses) para saber si has ganado, en apenas unos segundos obtienes, o no, el premio deseado. 

Pero ganar… ya es difícil. De cada rasca se emiten 4 millones de boletos y, entre ellos, solo 1 o 2 contienen el premio gordo que anuncian. Un tanto por ciento muy alto de estos premios es de reembolso, es decir, para ‘engancharles’ a comprar otro nuevo rasca…

A Bayta Díaz, psicóloga sanitaria especialista en psicoterapia infanto-juvenil y adicciones conductuales, le preocupa la normalización y disminución de la percepción del riesgo de este tipo de juegos de azar entre la población adolescente y joven, ya que, para ellos, “como todos sus amigos juegan y apuestan… no será tan malo”.

Y volviendo a lo que comentábamos más arriba sobre el peligro de que la publicidad y promociones de los juegos de azar puedan inducir al error sobre la posibilidad de resultar premiado, he de reconocer que con la lotería instantánea o rascas se están cruzando todos los límites. Por un lado, porque se están utilizando unas estrategias y tácticas de marketing muy agresivas y, por otro, porque estas están precisamente diseñadas y publicitadas en los canales donde está la población adolescente y joven: Instagram y TikTok (aquí, el hashtag #rasca tiene 37,2 millones de visualizaciones).

Estos son algunos de los copies y call to action con los que se publican las loterías en las redes sociales:

“Rasque Diem. Gana al instante hasta 1.000.000 €”

“Podrás ganar ¡hasta 100.000 € mientras juegas!”

“Compra tu combinación por solo 2 €. ¡Tataramillonario!”

“¡Hay un bote de 47.000.000 €! Pídela por 2 € Millonario por los siglos de los siglos.”

“RascaLink, el primer rasca que compras a tu vendedor de la ONCE o en un punto de venta autorizado y que se juega con el móvil. Rasca, escanea y podrás ganar ¡hasta 100.000 € mientras juegas! Nunca ha sido tan divertido rascar.”

Y ahora, qué

Las dimensiones del problema que se presentan a futuro no se conocen todavía, pero, desde luego, no parece que vayan a ser muy positivas.

No ayuda que de las inspecciones que se hacen en los locales de juego, apenas se notifiquen más de cinco infracciones al año sobre menores en la mayoría de los territorios, ¿seguro? Cuando son los propios estudiantes de instituto, el 19% de 14 a 17 años, los que admiten jugar presencialmente, como así se recoge en el  'Informe Juego de Azar y Menores' del Justicia de Aragón, dirigido por la profesora Yolanda López del Hoyo y Jesús Cortés Riezu.

Indudablemente, para que los menores no puedan seguir accediendo a los juegos de azar se necesita la implicación máxima de las entidades que comercializan estos productos, garantizando que sus trabajadores verifiquen la edad de cada persona que acude a su negocio a comprar un boleto. Si con el alcohol y el tabaco, también generadores de adicciones, se han regulado y creado herramientas y medidas precisas, es inaceptable que con las loterías no se proceda igual.

También que los que regulan, Estado y comunidades autónomas, no permitan que este tipo de productos tan adictivos puedan comercializarse también en el sector de la hostelería como llevan años intentando. Porque sí, sabemos que los menores juegan, tanto entrando en casas de apuestas y salones de juego como comprando rascas en el quiosco de la ONCE.

Las familias y resto de profesionales que trabajamos con adolescentes y jóvenes deberemos trabajar, por nuestra parte, para prevenir que estos no compren.