El juego presencial en España ha disminuido un 8%, mientras el juego online crece hasta un 50%
Médicos y exadictos critican el bombardeo de publicidad de juegos online a cualquier hora y sin advertencias suficientes
El perfil del nuevo ludópata es más joven y con formación, "mayoritariamente universitarios”
Más de 12 años estuvo Rafael Bravo jugando y apostando su dinero y el de su familia. A este gaditano de 60 años le cuesta calcular el dinero que perdió en aquella época por culpa de su adicción. “Unos 50.000 euros”, dice después de un momento de reflexión. Pasaron los años y, con ellos, su mujer empezó a percibir el agujero en la cuenta bancaria y el problema de su marido.
Hoy, Rafael está rehabilitado y, aunque asegura que uno no acaba nunca de curarse completamente, celebra orgulloso los cincos años que lleva sin jugar. Aun así, recuerda lo vivido y sufre con cada anuncio de casas de apuestas y juego de azar que ve en la televisión, escucha en la radio o ve mientras pasea por la calle. “Se me revuelven las tripas”, señala el gaditano.
Desde que se aprobara a mediados de 2011 la nueva normativa que regula el sector del juego online, hay luz verde para su publicidad, promoción y patrocinio. De ahí que, de un tiempo a esta parte, abunden los anuncios de páginas web de apuestas y juegos de azar en los medios de comunicación.
No es un buen momento para quienes se han propuesto luchar contra la adicción al juego en España, un país donde las estrellas del deporte y el ‘famoseo’ intentan convencer a la ciudadanía de lo apasionante que es apostar y jugar en internet , donde 10,5 millones de viviendas tienen acceso a la red, donde dos de cada tres móviles cuentan con conexión a internet (a la cabeza del ranking europeo). Atrás quedó el propósito del ludópata de evitar pasar por delante de las salas de juego para no volver a jugar. Ahora la tentación está a un ‘click’.
El juego presencial en España disminuyó en 2012 un 8%, mientras que el juego online creció hasta un 50%, según datos dados a conocer hoy por la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación (AZAJER).
Nunca hubo tantas facilidades para jugarse los cuartos. Ni tantos motivos para intentarlo. Los médicos y exadictos coinciden en considerar que la crisis económica impulsa nuevos casos y recaídas de adicción al juego, por la posibilidad de evadirse y la idea de dinero fácil que ofrece. Pero, tal y como asegura Fernando Díez, psicólogo de Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer), el “caballo de batalla más complicado” para la nueva ludopatía son las nuevas tecnologías, que facilitan hasta el extremo el acceso a juegos y apuestas online.
Díez: “Para un ludópata, llevar a diario un móvil en el bolsillo es como si un alcohólico llevase una petaca”
“Para un ludópata, llevar a diario un móvil en el bolsillo es como si un alcohólico llevase una petaca”, señala Díez, “con la diferencia de que en la sociedad actual es muy difícil prescindir de un teléfono móvil en el día a día”, agrega. Lo primero a lo que se recurre para la rehabilitación de un adicto al juego es a la restricción del acceso a ordenadores y dispositivos móviles.
En las asociaciones han notado que ha bajado la edad media de la gente que acude en busca de ayuda. “Se percibe un perfil más joven y con formación, mayoritariamente universitarios”, señala el presidente de Amalajer, Francisco Abad.
En este sentido, Rafael Bravo, que ahora es portavoz de la Asociación de Ludópatas Asociados en Rehabilitación de Castilla la Mancha (Larcama), cuenta que en los últimos tiempos vienen notando que la ludopatía evoluciona más entre los jóvenes. “La adicción a juegos online se ceba entre los de 18 y 25 años”, apunta Bravo, que advierte que también hay casos en menores de edad. Mientras los jóvenes se enganchan al póker y a las apuestas deportivas en la red, los más pequeños encuentran su verdugo en los videojuegos.
Fernando Díez está trabajando actualmente en la recuperación de varios menores de edad. “Se vuelven chicos irritables y esquivos que llevan vidas un tanto antisociales. Se refugian en su habitación, baja su rendimiento escolar y se deteriora su red de amistades”, explica el psicólogo. Cuando los padres perciben el problema, las medidas que adoptan no mejoran la situación. “Restringirles el acceso a los videojuegos provoca en ellos síndrome de abstinencia, que conlleva irritabilidad y enfrentamientos en casa”, cuenta Díez.
La adicción puede comenzar de modo inocente con los videojuegos y puede tardar en crearse desde unos meses a varios años
La adicción puede comenzar de modo inocente con los videojuegos. Muchos padres han jugado o juegan con consolas, están bien vistas por la sociedad y los niños crecen con ellas. Se empieza jugando por ocio, pero en cuestión de meses la diversión se puede convertir en adicción. “Jugar con gente que está lejos o que no se conoce a través de la consola es potencialmente muy adictivo”, apunta el psicólogo de Amalajer, que asegura que, en función del control parental, la adicción puede tardar en crearse unos meses o tres años.
La evolución de la enfermedad, explica la psicóloga del área asistencial de la Asociación para la Prevención, Asesoramiento, Tratamiento e Investigación en Marginación y Drogas (Patim), Felisa Salvador, pasa por varias etapas muy definidas. “En el inicio tienen una ganancia, entonces creen que controlan la máquina y las técnicas del juego y reinvierten para seguir sumando dinero. Cuando pierden se asustan y siguen en ello con el fin de recuperar lo perdido. Por lo general pierden cantidades grandes de dinero que les lleva a sentirse culpables, entonces paran, pero no tardan mucho en volver a intentarlo. Y así se vuelve a iniciar el ciclo”, cuenta Salvador.
El principal problema que ve la psicóloga de Patim en la combinación de las nuevas tecnologías y la ludopatía, es el mayor tiempo que se tarda en descubrir que una persona sufre dicha adicción y, por tanto, en tratarla. “Con Internet el jugador ya no se expone y como por norma general cuesta mucho reconocer la enfermedad, no se pide ayuda hasta que otra persona descubre el problema”, explica Salvador.
La psicóloga explica que al inicio de 2012 el perfil del ludópata que acudía a la fundación coincidía con el de años anteriores: adictos a juegos presenciales como la ruleta, el póker o las tragaperras. “Pero con el paso de los meses empezaron a despuntar significativamente los casos de adicciones a juegos y apuestas online”, cuenta Salvador.
En Amalajer tratan con ludópatas que juegan de forma presencial y en Internet desde hace años, incluso antes de estar regulado, pero su presidente asegura que en los últimos meses están atendiendo a un número muy alto de personas que juegan “sólo a través del móvil o del ordenador”.
Las facilidades que ofrece la red para el jugador no ayudan a tratar esta enfermedad. Médicos y exadictos destacan que, pese a que uno se apunte voluntariamente a las listas de personas que no pueden jugar online, resulta demasiado fácil burlar los controles suplantando la identidad de algún familiar o conocido. “A los responsables no les interesa hacer comprobaciones más exhaustivas”, lamenta Francisco Abad.
“El bombardeo constante de publicidad de páginas de juegos y apuestas en los medios de contaminación tampoco facilitan las cosas”, apunta Rafael Bravo. Las asociaciones coinciden en considerar “inapropiado” que estos anuncios puedan emitirse a cualquier hora del día y critican que la única advertencia sobre la necesidad de su uso responsable aparezca en una esquina y a un tamaño que apenas permite que se pueda leer.
En este sentido, quienes trabajan con ludópatas creen que usar la imagen de personajes como Rafael Nadal en esta publicidad hace el juego y las apuestas más tentador aún. El psicólogo Fernando Díez considera que la firma logra incitar a un mayor número de personas contando con Nadal, un ganador nato e ídolo de masas. “Sobre todo entre la población más joven”, lamenta.
Los médicos coinciden en apuntar que la ludopatía es una enfermedad que le cuesta entender a la sociedad. "Todavía se ve al adicto al juego como un simple vicioso", señalan. Quienes conocen de cerca esta realidad aseguran que los síntomas son los mismos que con cualquier otra adicción, se sufre el síndrome de abstinencia y suele conllevar problemas graves en casa, donde la frustración del adicto provoca situaciones violentas.