Logotipo AMALAJER

Subir el límite por premio supone ir contra la legislación estatal favoreciendo solo el interés de los empresarios del juego y el afán recaudatorio del gobierno autónomo.

El Ejecutivo Regional dio luz verde el pasado mes de octubre a un decreto por el cual se aprobaba la Ley de Apuestas de la Comunidad y se modificaba el reglamento que regula el uso de las máquinas recreativas. Acto seguido, la Asociación Murciana de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Asmujer) puso el grito en el cielo.

El motivo, la alteración del reglamento de las máquinas de azar permiten, desde ese momento y de forma pionera en España, incrementar el premio máximo que una ‘tragaperras’ puede dar. De los 240 euros de entonces ha pasado a los 3.000 euros.

El beneplácito queda reflejado en la disposición final primera, apartado cuatro, donde se explica que incluye un nuevo epígrafe al reglamento en vigor y permite la interconexión de varias máquinas de distintos locales entre sí (incluidos bares y restaurantes).

«El principal problemas es que en esos locales no existe ningún control de acceso ni a menores ni a personas enfermas por trastornos del juego. Es una barbaridad porque a los primeros los ponen en la senda de la ludopatía con el incentivo de un premio considerable y a los segundos los machacan y les golpean donde más les duele dándoles vía libre para jugar con el aliciente de los 3.000 euros», denuncia Francisco Pizcueta, presidente de ASMUJER.

El primer premio de 3.000 euros ya ha caído. Tocó hace dos meses en una cafetería de Mazarrón a un ciudadano chino.

La Asociación cree que esas cantidades solo deberían alcanzarse en establecimientos con controles que impidan el acceso y hagan valer las autoprohibiciones impuestas por los propios ludópata, quienes, para lograr superar su adicción, firman un documento que les impide la entrada a los bingos y casinos. Así, si el adicto acude en un momento de recaída se le impide su acceso al exigir el DNI a la entrada.

«Un local que no disponga de esas medidas de control se convierte en una tentación para quienes padecen esta enfermedad. Por eso con este decreto la Región se ha convertido en un lugar ideal del juego libre, sin limitaciones, donde se han dado todas las facilidades para que el número de personas afectadas por esta enfermedad crezca», alerta Pizcueta.

La Asociación, que funciona desde 1991, cuenta con 200 afiliados, entre afectados por ludopatía y familiares. «Nos preocupa la actitud de mucha gente acerca de este trastorno. La ludopatía no es un problema de personas viciosas. La enfermedad actúa como una droga sobre la persona, modifica sus emociones, actitudes e impulsos hasta llegar a autodestruirle, a él y a su entorno. Y este problema lo vemos cada vez más en gente muy joven. Por eso esta ley es tan nefasta, porque pone la alfombra para dar los pasos hacía las ‘tragaperras’», indica Sonia Pizcueta, psicóloga de ASMUJER.

Esto es algo que confirma uno de los asociados que, después de cinco años, ha logrado superar su adicción al juego.

«Lo peor que le puede pasar a una persona es que le toque el premio y aumentarlo solo hace acrecentar las ganas de jugar. En mi caso recuerdo echarle monedas a la máquina vestido con el traje de comunión. Desde los 8 años he jugado y te puedo decir que por escuchar caer la moneda y ver las luces encenderse y parpadear he llegado a robar, a estafar, a engañar», recuerda el ex ludópata.

La Agencia Tributaria de Murcia, a través de la Consejería de Economía y Hacienda, señala que la normativa establece «requisitos encaminados a que los colectivos vulnerables estén protegidos en todo momento» al tiempo que asegura que «las prohibiciones se mantienen en los mismos términos que antes de la modificación y que en ningún caso se han relajado las exigencias». Y termina recordando que los dispositivos aprobados para las máquinas B “son opcionales, y no obligatorios. Por lo tanto no en todos los bares y locales de hostelería está instalada la interconexión”.