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autor: Oier Zeberio. https://www.eulixe.com

Durante la pandemia creada por el nuevo coronavirus, hubo un momento en el cual no podías salir de casa para pasear, se catalogaba este hecho como un peligro, pero podías ir a trabajar o a consumir a un bar. Este hecho fue un claro ejemplo de que los sectores orientados al consumo o a la producción son "esenciales" a día de hoy para garantizar la estabilidad socioeconómica de este país.

Es bien sabido que al capitalismo le interesa mantener entretenidos y ocupados a sus productores. El ocio capitalista, el único que conocemos, diseñado para que el trabajador se olvide de todos los problemas que le genera el mismo sistema, sigue rigiendo nuestras vidas. Y uno de esos elementos que es sumamente beneficioso para el sistema debido al capital privado que genera y debido a su poder alienante es el juego.

Según los últimos datos, uno de los sectores que mayores beneficios ha obtenido durante la pandemia ha sido el mismo sector del juego (que casualidad), ya que se han disparado las ayudas públicas y medidas a favor del sector.

Aunque el Ministerio de Consumo prepara un endurecimiento de las limitaciones a la publicidad de las apuestas y los juegos de azar incluidas en la reforma legal que presentó en febrero, al menos seis comunidades autónomas han establecido medidas de apoyo. Andalucía, Cataluña, Región de Murcia, Islas Baleares y Extremadura han bonificado tasas al sector del juego, al igual que el Ayuntamiento de Madrid o la provincia de Bizkaia.

Bruno Cortés, psicólogo de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL), ha mostrado su preocupación al respecto: 

El negocio del juego supone un peligro para un importante porcentaje de la población. Esas ayudas no van a favor del grueso de la población. Me parece poco menos que terrorífico 

A su juicio, el posible deterioro económico del sector no justifica la recepción de ayudas públicas. “El juego genera problemas sociales en muchas familias. Moralmente este tipo de ayudas no son aceptables”, señala.

El sector, que suma cerca de 160.000 máquinas recreativas en unos 130.000 establecimientos, se defiende recordándonos que hace una contribución de 1.124 millones de euros a las arcas autonómicas en impuestos y de 570 millones de euros en cotizaciones a la Seguridad Social.

En total, el sector del juego público y privado representan el 0.8% del Producto Interior Bruto (PIB), con 9.870 millones de euros, según Cejuego, que aúna empresas como Cirsa, Codere, Grupo DC, Egasa, Orenes y Servimatic, entre otras.

Cejuego, que recuerda de que se trata de una actividad legal, cifra el empleo creado por el juego privado en 47.178 puestos de trabajo y destaca que cumple, “la función social de entretener”, una “función social” que ha destrozado literalmente la vida de miles de personas en el Estado por los daños tanto psicológicos como económicos que genera.

Hablando en cifras, se calcula que los jugadores han perdido 49.000 millones de euros en el sector privado del juego en España en diez años, según datos elaborados por InfoLibre a partir del Anuario del Juego en España 2019, editado por el Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III y por el Consejo Empresarial del Juego (Cejuego).

Por otro lado, según un informe elaborado en 2019 por la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar) y por la Asociación Madrileña de Psicólogos, uno de cada cinco adolescentes de entre 14 y 21 años son adictos a las apuestas deportivas y otro tipo de juegos al azar. Este inquietante dato sitúa a España con el índice de ludopatía juvenil más alto de Europa.

España, el país con mayor número de ludópatas juveniles

Desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados insisten en que los jugadores patológicos son cada vez más jóvenes y que, a diferencia de los que ocurría hace una década, donde el 75% de los casos respondían a la adicción a las máquinas tragaperras –y el resto de modalidades presenciales como rascas, quinielas–, hoy los más jóvenes están seducidos por el juego online (como el póker) y las apuestas deportivas.

En 2011 entró en vigor la regulación del juego online en España con la Ley 13/2011. A partir de esa fecha, tal y como lo expone la guía “Jóvenes y Juego Online”, se incentivaron numerosas estrategias de publicidad a través de diferentes canales de comunicación y redes sociales. El aumento de reclamos publicitarios, tales como bonos de bienvenida, promociones o anuncios en todos los medios de comunicación, es especialmente relevante en grupos que pueden ser más vulnerables, entre los que se encuentran los jóvenes y adolescentes.

Por otro lado, el número de máquinas que sirven para realizar apuestas deportivas se ha incrementado exponencialmente. Muchos bares y establecimientos disponen de una. Debido a este hecho, numerosos jóvenes se han introducido en menor o mayor medida en el mundo de las apuestas, ya que este tipo de máquinas permiten realizar una apuesta inicial muy pequeña y obtener beneficios si los conocimientos y el azar actúan de manera adecuada. El problema reside en que el azar no siempre está de parte del jugador y este hecho lleva a numerosos jóvenes a apostar y perder cada vez más dinero. Esta situación provoca cuadros de adicción en numerosos usuarios jóvenes que, sin la debida ayuda, entran en ciclos autodestructivos.

La experiencia de obtener una elevada ganancia puede ser un disparador del desarrollo del hábito de jugar hasta niveles peligrosos: muchos pacientes ludópatas relatan cómo su hábito se inició a raíz de una ganancia elevada puntual, que implantó en ellos la falsa creencia de una gran probabilidad de conseguirla o de una especial habilidad personal para lograr éxito en los juegos – Guillermo Ponce

Precisamente, entre 2012 y 2015 se apreció un crecimiento mayor de jóvenes en busca de ayuda para salir de su adicción al juego. En 2015, por ejemplo, los menores de 26 años supusieron un 16% de las nuevas acogidas, mientras que antes de la legalización el porcentaje era escasamente del 3.8%.

Según Guillermo Ponce, psiquiatra especializado en adicciones, los jóvenes están muy familiarizados con el uso de las tecnologías digitales, lo que les expone masivamente a diferentes servicios de juego. “Numerosos estudios ya han señalado que la prevalencia entre los adolescentes de conductas de juego problemático es, por lo menos, el doble que en adultos”, afirma el experto. La difusión de propaganda a través de internet supone un aumento exponencialmente mayor de la disponibilidad para jugar, principalmente en aquellos que utilizan más estos medios.

Hace años se comprobó que una mayor disponibilidad de juego (más centros de apuestas, casinos o tragaperras) se asocia con un aumento de casos de ludopatía. Al respecto, según Guillermo Ponce, “es fácil entender que la omnipresente promoción digital del juego y las múltiples posibilidades de practicarlo impliquen un aumento del riesgo entre los principales usuarios de los medios digitales”.

El hecho de posibilitar el acceso a diferentes modalidades de juegos de azar a una edad más temprana favorece el desarrollo de los problemas derivados, pues está firmemente constatado que el inicio más temprano de estas prácticas se asocia con una mayor rapidez de la progresión a la ludopatía y una mayor gravedad de esta. Anteriormente había una media de 5-6 años desde el inicio de la conducta de juego hasta que se desarrollaba la adicción, mientras que, en la actualidad, en solo unos meses se ven atrapados por el juego por la facilidad de acceder a él en cualquier lugar y las 24 horas del día – ABC

¿Es el modelo de ocio capitalista el culpable de este mal?

En el sistema de producción capitalista, el consumo desenfrenado y las adicciones actúan como agentes neutralizantes. Los usamos para resetear nuestros cerebros y olvidar, aunque sea momentáneamente, los desajustes emocionales que nos provoca el día a día, sin ser conscientes de que el foco de la mayoría de los desequilibrios se encuentra en el mismo sistema socioeconómico.

Estos mini reset actúan como un placebo. No disponen del poder de solucionar los problemas, si no que actúan como bálsamos que nos ayudan a hacer más apacible la existencia. En determinados casos, y dependiendo también de la intensidad de los reset, el mismo mecanismo de autocompensación puede acabar irremediablemente dañando aún más la psique del sujeto receptor.

La tasa de consumo de alcohol y drogas puede actuar como un indicativo de la salud mental general de una población en concreto. Los mismo ocurre con la ludopatía, ya que es otra practica con un elevado poder autodestructivo y que actúa como reset momentáneo.

Según ciertos expertos, uno de los factores que motiva la adicción al juego en las etapas más tempranas es que el estado del desarrollo neurobiológico en la etapa infantil y juvenil determina una mayor sensibilidad a las recompensas y una mayor propensión a implicarse en conductas de riesgo.

Al respecto, Ponce asegura que el efecto estimulante del juego puede ser capaz de aliviar transitoriamente estados de ansiedad y tristeza frecuentes en la adolescencia. “Además, a estas edades hay una mayor dependencia del reconocimiento social en grupos de iguales, lo que determinaría un riesgo especial en aquellos a los que se presiona para determinadas prácticas, como el juego o el uso de sustancias”.

La administración considera el juego de azar como un mecanismo de recaudación. No obstante, no lo percibe como un canal adictivo que genera graves problemas, tanto en el propio individuo atrapado en el juego como en su entorno familiar, social… “Es una adicción sin substancias con consecuencias psicosociales muy graves, y por ello el Estado debería asumir también parte de su responsabilidad a la hora responsabilizarse de los costes de salud pública para recuperar a estos ludópatas desde edades cada vez más tempranas”, afirma Juan Lamas, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados.

En España el 1% de la población juega de manera patológica; es decir, hay afectadas unas 400.000 personas, a lo que hay que sumar el trastorno que genera en la familia, lo que supone que finalmente incide en un 2.5% de la población, un millón de personas, lo que es una cifra nada desdeñable – Juan Lama

El sector de la publicidad es un buen conocedor de la psicología social. Por decirlo de otra manera, los publicistas saben tocar la fibra sensible para que acabemos aceptando lo que ellos quieren que aceptemos. Como buenos conocedores de la psique humana, los publicistas diseñan determinadas campañas publicitarias o estrategias que tienen la capacidad para adentrarse en nuestra psique, provocando así ciertos estímulos que los clasificamos como “placenteros”. 

Desde el decorado de los casinos, hasta el diseño de las máquinas tragaperras o de apuestas deportivas, pasando por las campañas publicitarias sobre el juego que se emiten vía internet o televisión, todo está diseñado para provocar ciertos estímulos en el cerebro para poder así crear una nueva legión de consumidores.

Y si, no nos engañemos, la industria del juego es sobre todo beneficiosa para el sistema. A parte de los ingresos multimillonarios que obtiene de esta, lleva a cabo una función muy importante, que es la de calmar momentáneamente a los individuos y convertirlos, en algunos casos, en consumidores mayores que sufren una patología.

Es el mismo sistema (el nuestro, el de toda la vida) el que autoriza que la publicidad entre sin ningún tipo de freno en nuestras vidas, el que permite a miles de personas abrazar el juego y el que, en última instancia, se beneficia de la miseria que genera.