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Debemos aclarar en este punto que la conducta adictiva no se refiere solo al uso de sustancias adictivas como el alcohol, la cocaína o la marihuana, la adición puede presentarse como conducta patológica en el juego (juego patológico), en el uso compulsivo de equipos electrónicos (ciberadicción), en la compulsión alrededor del comer (Trastorno de Alimentación) y hasta en relaciones amorosas tormentosas, y la práctica religiosa o política radical que lleva en una conducta ciega y repetida a la destrucción.

Hoy día se sabe que la  adicción implica cambios  en el cerebro del adicto que influyen determinantemente para que su comportamiento adictivo se repita a pesar de ser  dañino para si mismo. Los neurocientíficos han descubierto que la conducta adictiva se repite compulsivamente y a pesar del deseo consciente del adicto de rechazarla porque están involucrados mecanismos cerebrales complejos que van más allá de lo que se conocía hasta ahora que es la estimulación repetida de una estructura cerebral denominada Circuito del Placer  que en la búsqueda de placer lleva repetir la conducta adictiva a pesar de ser una conducta dañina. En el presente se sabe que el proceso adictivo es más complejo y que el  adicto está encarcelado en un dilema neurobiológico en donde su cerebro no desea hacerlo, pero lo hace pues no encuentra caminos para salir del dilema neurobioquímico que explicaremos.

Debemos aclarar en este punto que la conducta adictiva no se refiere solo al uso de sustancias adictivas como el alcohol, la cocaína o la marihuana, la adición puede presentarse como conducta patológica en el juego (juego patológico), en el uso compulsivo de equipos electrónicos (ciberadicción), en la compulsión alrededor del comer (Trastorno de Alimentación) y hasta en relaciones amorosas tormentosas, y la práctica religiosa o política radical que lleva en una conducta ciega y repetida a la destrucción.

Como se establece el dilema: Ya sabíamos que el adicto busca la estimulación repetida y compulsiva del circuito del placer que involucra la activación de ciertas áreas del cerebro y la liberación de Dopamina, neurotransmisor ligado a la sensación de placer  y a la repetición de la conducta en una búsqueda insaciable de placer que disminuye con el tiempo por un proceso de tolerancia denominado Neuroadaptación  que obliga al adicto a repetir la conducta más intensamente a pesar de que obtiene cada vez menos placer por insaciabilidad. Pero ahora además  sabemos que en la conducta adictiva no solo está disregulada o alterada la  búsqueda de placer, sino que también se alteran los mecanismos de manejo y tolerancia al estrés que están mediados por otras estructuras cerebrales (cerebro anterior basal y amígdalas cerebrales) y que llevan a que el adicto tenga menor tolerancia al estrés y lo evite siendo la conducta compulsiva su escape para buscar alivio. El adicto desea abandonar la conducta adictiva conscientemente, pero la termina repitiendo  por temor a las consecuencias de no hacerlo (sentirse mal) y el alivio (ya no placer) que produce hacerlo (aunque se resienta su autoestima),que expresa la inhabilidad de sentir placer con conductas normales y su incapacidad de ejercer su libre albedrío. El adicto pierde la capacidad de ejercer su libertad entrampado en la adicción. Por no saber como vivir distinto y por temor a dejar la conducta adictiva se queda pegado aunque no lo  desee. Ese es el proceso que hay que mejorar, enseñando al adicto a que pueda ejercer su libertad frente  a la droga, a la comida, a la computadora , en religión o en política, pues ya no le produce placer y lo destruye.