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"Entré en su habitación y cogí la hucha de mi hijo de seis años. Le saqué las 3.800 pesetas que guardaba y le eché varias monedas para que siguiera pesando. Pero cuando la rompió para comprarle un regalo a un amigo, descubrió que su padre le había robado y se había jugado sus ahorros". Carlos Rodríguez sigue teniendo grabada aquella escena de hace 28 años. A pesar de la cara que puso el pequeño, que incluso le excusó delante de la madre, Carlos siguió con su adicción al juego.

"Comencé a jugar a las cartas con catorce años. A pesar de que cobraba trescientas pesetas, que entregaba en casa para ayudar a mi familia, conseguía ganar otras mil extras, que me jugaba con los colegas de oficio. A los veinte años, me invitaron a una casa clandestina, donde aprendí el póker, y ahí he pasado gran parte de mi vida, jugándome mi sueldo, el porvenir de mis hijos, los ahorros, lo que robé en el trabajo..." Carlos Rodríguez repasa esos episodios, muchos sórdidos, en su despacho de la Asociación Leganense de Jugadores en Rehabilitación (ALEJER), que preside y a la que llegó hace dieciséis años. Reconoce que no sabe la cantidad de dinero que ha perdido en su vida. "Muchos creen que en el juego a veces se gana y otras se pierde, pero el dinero del juego, siempre vuelve al juego".

Carlos llegó a esta asociación "obligado" por su familia. "Me gasté 700.000 pesetas de la comunidad de vecinos, aprovechando que era el presidente del bloque. Pero tras cortarnos el agua y la luz, descubrieron el percal y me denunciaron. Mi hija, que entonces tenía 22 años, pudo devolver de su bolsillo esa cantidad. Pero me puso un ultimátum: 'o dejas el juego y te curas, o mañana mismo desapareces de nuestra familia'. Y entonces fue cuando reconocí mi adición", rememora. Como él, las puertas de ALEJER, y de decenas de asociaciones, las han cruzado miles de ludópatas. "He conocido muy pocos que atraviesen estas puertas reconociendo que tienen un problema grave. Siempre son los demás los que no nos entienden, pero luego te vas dando cuenta que realmente padeces una enfermedad psíquica que te anula como persona", explica mientras atiende, en persona o por teléfono, a varios socios. En la actualidad, su asociación, que se fundó en 1990, cuenta con 1.530 miembros, de los cuáles, unos doscientos reciben terapia. "Cada vez vienen más jóvenes, adictos a juegos online y que, por la mayor información que hay hoy en día, se percatan de su problema más pronto de lo que hicimos nosotros".

"SOMOS YONQUIS DEL DINERO"

Uno de esos jóvenes es José. Hace apenas diez meses decidió comenzar su rehabilitación. Llegó a la asociación "después de años de jugarme y destruirme mi presente y mi futuro". Este licenciado en Administración y Dirección de Empresas, comenzó a jugar con dinero en su época de estudiante, cuando trabajaba precisamente para pagarse la carrera. "Al principio eran reuniones con amigos y conocidos, incluso yo me enfadaba con los colegas que se apostaban grandes cantidades. Pero hace cinco años comencé a jugar a las cartas con asiduidad. Todos los días, a la salida del trabajo, me iba al bar y allí me podía pasar diez horas seguidas. Cuando cerraban uno, me iba a otro a seguir jugando, y cuando cerraban los bares, pues al bingo hasta las tres de la madrugada y después, a clubes de carretera a jugar a las tragaperras".

José, que prefiere no dar su apellido, era en aquella época, no tan lejana, un "yonqui del dinero". "Somos descontrolados patológicos que nos volvemos adictos al juego, como otros al alcohol o las drogas. Perdemos realmente el control y la noción del juego como algo donde se gana o se pierde, y sólo queremos seguir jugando", reconoce. "Yo cobraba mi sueldo de 1.200 euros el diez de cada mes, y esa misma noche me lo gastaba todo, más lo que me adelantaban en cuenta. Pedía créditos de hasta 4.000 euros para jugármelos en cinco días. Incluso los 12.000 euros que me dieron de indemnización por despido me los fundí en menos de un mes". José admite que esos gastos iban acrecentando sus deudas, sus letras impagadas, sus escaseces, al mismo tiempo que perdía amigos y se alejaba de la familia. "Te deja de importar todo, incluso tu mismo. Luego, además me fui aislando socialmente al pasar de las cartas a las máquinas tragaperras. Salía amargado de casa si no llevaba 200 euros en el bolsillo, porque sabía que no iba a alcanzar el frenesí de jugar y jugar. Comencé a sentirme realmente mal física y psíquicamente. Me daban taquicardias y episodios de depresión al ver, no de forma completa pero sí fugaz, la realidad en la que se había convertido mi vida. Y fue entonces, cuando reconocí que padecía una enfermedad llamada ludopatía y que necesitaba ayuda".

26.585 MILLONES DE EUROS JUGADOS EN 2011

Según datos de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), cerca del 2% de la población española padece ludopatía y otro 3%, problemas con el juego. "Se trata de un problema social de gran envergadura, pero las autoridades prefieren mirar para otro lado, porque mientras que el tabaquismo y el alcoholismo además de ingresos también generan gastos al Estado, en el caso del juego, la Administración sólo recibe beneficios", denuncia el presidente de FEJAR, Máximo Gutierrez.

Durante 2011, el juego dejó 4.500 millones de euros en las arcas públicas en concepto de impuestos, según se recoge en el informe anual de la Dirección General de Ordenación del Juego. Ese mismo año se jugó en nuestro país 26.585 millones de euros (un 2,8% menos que en 2010), de los cuáles, el 49,3% correspondía a máquinas b (las tragaperras), bingos y casinos. Desde hace cuatro años, según reconoce dicha memoria anual, se viene registrando una disminución en los ingresos y la cantidad jugada en estos juegos de azar presenciales de gestión privada, "que se explica, tanto por la caída de la renta disponible y el consumo de los hogares, como por la irrupción del juego online".

Desde FEJAR se lamenta que las administraciones públicas no inviertan más en la prevención para evitar la adición al juego. Su presidente critica que desde la Dirección General de Ordenación del Juego se haya "paralizado un estudio sobre ludopatía en España, que estaba presupuestado y encargado a la Fundación GAUDIUM, y que iba a ser de gran utilidad para hacer frente a esta adición". Desde este organismo, dependiente del Ministerio de Hacienda, se reconoce que el estudio "se ha aplazado, porque desde este verano se han comenzado a otorgar licencias de explotación del juego online, y nos parece interesante observar cómo esta nueva realidad tiene su impacto en la ludopatía".

"EUROVEGAS NOS ESTÁ HACIENDO BASTANTE DAÑO"

Otra de las grandes críticas de la Federación Española de Jugadores Rehabilitados, y que les tiene muy preocupados, es el anuncio de la empresa Las Vegas Sands de levantar en la Comunidad de Madrid el complejo de casinos Eurovegas. "Es como si a un alcohólico le montan un botellón en la puerta de su casa. Además, Adelson -presidente de la compañía- quiere construir una ciudad sin ley, donde se eliminen derechos laborales de los trabajadores, se hagan exenciones fiscales, se mire para otro lado con el blanqueo de capitales, se vulnere la ley antitabaco y se elimine la obligación de identificar a todos los clientes, con lo que se permitiría el acceso de menores y ludópatas autodenunciados [unos 30.000 en España, que voluntariamente se prohiben el acceso a estas salas]", afirma con rotundidad Máximo Gutierrez, presidente de la federación. Para Carlos Rodríguez, su vicepresidente y presidente de ALEJER, "la noticia nos está haciendo bastante daño, sobre todo, porque se está vendiendo como un proyecto inmaculado y positivo para la comunidad, pero donde no se comentan los peligros que encierra en cuanto a la adición".

"Es cierto que la presencia de Eurovegas no va a crear nuevos ludópatas, pero sí puede atraer a muchas personas con el recurso del supuesto dinero fácil y despertar la adición latente al juego que tiene mucha gente", opina José, quien sostiene que "no hay que llevarse a engaños con promesas de miles de puestos de trabajo o inversiones multimillonarias, porque el único objetivo que tiene Eurovegas, como el de todos los casinos, es quedarse con el dinero de los clientes".

Pasarán todavía unos años hasta que este mega casino se levante (si es que finalmente las partes se ponen de acuerdo). Mientras tanto, José seguirá acudiendo todas las semanas a las terapias en grupo de la asociación, "porque sólo es casi imposible salir de esto y se necesita que te pongan medidas estrictas de control y freno y también te enseñen a conocerte realmente como eres". Carlos también seguirá recibiendo en su despacho a nuevos ludópatas o a recaídos que se creyeron alejados de las tragaperras y las timbas de cartas. "Las adiciones no son temporales, nosotros moriremos siendo jugadores compulsivos, por eso yo no juego ya ni al parchís con mi mujer. No lo necesito, porque yo un día ya gané a mi familia y no quiero perderla".