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Fuente: sevilla.abc.es

Lejos del glamour de los casinos que nos venden en las películas, y de esos torneos llenan horas de programación en las madrugadas televisivas, el juego del póquer muestra su cara más turbia en las numerosas partidas clandestinas que cada semana se celebran en distintos puntos de la comunidad y en las que se mueven grandes cantidades de dinero. Una realidad que supone una condena para muchas familias y contra la que tratan de luchar las autoridades en una región que siente una especial seducción por el juego ilegal.

 

Uno de los encargados de descifrar las claves de un mundo oscuro y hermético es el inspector Juan Miguel Jiménez. Investigador de la Policía Nacional adscrito a la Policía Autonómica, desde 2012 está al frente de la Sección de Juego en Málaga, una provincia que ha sido escenario de algunas de las más importantes y recientes operaciones contra esta actividad ilegal.

 

Tras años de trabajo, la primera conclusión a la que ha llegado es que es prácticamente imposible establecer un perfil definido de los jugadores de timbas de póquer ilegales. Desde trabajadores a desempleados, pasando por pensionistas o empresarios de postín que apuestan grandes cantidades en partidas organizadas en Marbella.

Jiménez defiende la no implicación emotiva de sus agentes, pero en su memoria tiene un buen número de casos que ponen de relieve los microdramas que se esconden detrás de cada mano de cartas. «Recuerdo cómo a nuestro subinspector acudió una mujer para pedirnos ayuda entre lágrimas porque su marido se había gastado 500 euros en una noche o una ocasión en la que un jugador puso sobre la mesa las llaves de su coche para hacer una apuesta», relató.