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En enero se disparan los artículos de ocasión, la última oportunidad o el todo al 50%. Pero las compras no existen sólo en Rebajas, el periodo navideño es un punto fuerte para que, con o sin excusa, compremos más que en otras épocas. De hecho y según informaciones proporcionadas por la Confederación Española de Comercio (CEC), este último diciembre ha sido el único desde 2006 en obtener un dato positivo.

"En la actualidad, ha habido una liberalización del periodo de rebajas (cada comercio puede poner sus artículos más baratos cuando quiera) y con ello se está perdiendo el concepto psicológico de las Rebajas, ya no existen los aluviones que veíamos antes", comentan desde la CEC.

Sin embargo, hay datos que van más allá del hobby más cotizado del siglo XX: comprar. Según las últimas informaciones procedentes del Hospital Universitario de Bellvitge en Barcelona, entre un 6 y un 7% de la población general en todos los países desarrollados sufre trastorno de compra compulsiva. Una patología que afecta a personas de mediana edad, alrededor de los 40 años, aunque los síntomas suelen aparecer a los 18, según explica a EL MUNDO Susana Jiménez, responsable de la Unidad de Juego Patológico y otras Adicciones Comportamentales de este hospital.

Sus características principales son: comprar recurrente y compulsivamente, algo que genera malestar en la persona provocando incluso deudas económicas. Para que se considere una patología ésta ha de ser una conducta estable.

Según diferentes estudios, afecta por igual a hombres y a mujeres; la única diferencia, explica la experta, está en en el tipo de artículos que adquieren unos y otras.

Las mujeres se decantan por ropa, perfumes o joyas, mientras que los hombres prefieren material informático, productos de electrónica o música. Pero pese a esta igualdad, las mujeres son las que más van a consulta. "Generalmente, llegan a acompañadas de un familiar. Y no es extraño, son muchos los que confrontan el problema por primera vez al recibir un extracto de la tarjeta de crédito familiar con una deuda desorbitada", añade Neus Córdoba, psicóloga clínica de la Asociación Catalana para el Tratamiento de la Ansiedad y Depresión (ACTAD).

No obstante y pese a todos los infinitos debates que han existido, esta experta señala que no se puede llamar trastorno a este problema, ya que el DSM V (el manual considerado la biblia de los psiquiatras) no lo incluye como tal. Aunque esta conducta se asemeje a otras relacionadas con el control de los impulsos como las drogodependencias, "lo importante es que se expresa como compulsión en algunos trastornos obsesivos, y se manifiesta en muchos trastornos afectivos (ansiedad y depresión) y de personalidad (trastorno límite)", afirma.

¿Qué diferencia el hobby de la patología?

Según explica Jiménez, a la hora de comprar en general existen cuatro fases: una primera de alerta, donde vemos el producto, nos atrae. La segunda fase es recopilación de información, la tercera la evaluación del producto: comparamos precios, valoramos si realmente lo necesitamos y vemos cómo y cuándo lo podemos utilizar y por último, lo compramos. Pues bien, "la persona con esta patología de compra compulsiva, pasa directamente de la primera fase a la cuarta. Lo ve y lo compra. Aquí la primera fase sería por tanto, una alerta de urgencia", expone.

No es algo puntual, sino que es estable en el tiempo. "Nada tiene que ver con la euforia de las rebajas, aunque las personas con esta compulsión, verán justificada su conducta y, seguramente, comprarán aún más en esta época", aclara Córdoba. Es importante por tanto precisar que, "a diferencia del consumidor ocasional, el comprador compulsivo pierde interés en el objeto que ha comprado con la misma rapidez que lo compró. Esto le lleva a acumular muchos productos sin estrenar. Cuanto más compra, más vacío se siente y menos disfruta de otras actividades. Hay personas que no llegan a dilapidar su dinero, pero sí dilapidan una enorme cantidad de horas al día en esta actividad", expone esta especialista.

Se trata por tanto, de una conducta donde hay una clara pérdida de control. Así, los factores de riesgo más importantes, según enumera Jiménez son: impulsividad y dificultad para regular las dificultades, baja autoestima, no saber gestionar las emociones negativas y usar por ello la compra para regular ese estado y por último tener un alto concepto del materialismo.

Pueden pueden pasar años (la media está en seis) desde el inicio de los síntomas hasta que la persona vaya a consulta. Por lo que es un problema muy difícil de detectar donde además, en ocasiones, suele haber otro problema detrás: "Se asocia con ansiedad, depresión, trastornos alimentarios y otras adicciones", indica Jiménez.

En su tratamiento, en muchas ocasiones, informa Córdoba, se sigue un protocolo integrador para el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pero en más de la mitad de los casos, la compra compulsiva es la manifestación de un estado profundo de ansiedad y depresión. Pero sin duda este problema se puede curar, pues "el porcentaje de éxito de las terapias en muy alto, de hasta un 70-75%", comenta Jiménez. Lo importante, concluye, si te tiene a alguien cercano que puede tener esta patología es acercarse a él con una actitud comprensiva pero firme.